Forbes Ecuador

Dulce para unos y agrio para otros

- Por Abelardo Pachano

Para el mundo, el 2023 fue mejor de lo que la gran mayoría de pronóstico­s lo habían señalado. En sus inicios las cosas se veían muy mal. Tan mal, que Bloomberg Economic sostuvo que la probabilid­ad de que EE. UU. entre en recesión era del 100 %. Si, así como leen. Recesión asegurada. Y, para su sorpresa y la de muchos otros, aquello no ocurrió. Cada día se la ve más lejana. Como tampoco se expandió la guerra de Rusia en Ucrania a otros países, ni se vio que los países en desarrollo eran incapaces de enfrentar el aumento de las tasas de interés, la energía cara y, por supuesto, los aletazos de la crisis de los desarrolla­dos.

Si regresamos a los inicios de 2023, pensar en que habría otro frente de conflicto en el mundo como el que ocurrió entre Israel y Hamas, las prediccion­es habrían sido más deprimente­s. Aún más, tener bancos regionales de los EE. UU. que quiebran y nuevamente ponen en aprietos al sistema de la Reserva Federal ya habría sido considerad­o como una visión cercana a la tragedia.

Pero así son las sorpresas agradables: las decisiones de política económica de corrección del curso fueron oportunas y ofrecieron un ambiente que, si bien no es una maravilla, mitigó los daños, mantuvo en mejor condición de la esperada al empleo, la inflación mundial empezó a torcer el brazo e incluso China pudo revertir la tendencia contractiv­a de su economía, que es vital para los intereses del mundo en desarrollo.

El 2024 amanece con mejores perspectiv­as, aunque aquello no significa que algunas amenazas puedan cambiar su curso de recuperaci­ón. Sin duda esta visión no es universal ni homogénea. Hay diferencia­s notables. EE. UU. tiene datos que se ven consolidad­os en la conducta de sus mercados de capitales. Europa lucha para salir de esa modorra en el crecimient­o, y las tensiones por el conflicto en Ucrania, el Medio Oriente, Irán le perturban y ocasionan daños en su programaci­ón fiscal, aunque es muy positivo ver que su frente energético esta mejor configurad­o.

América Latina tuvo un año mediocre y no tiene signos diferentes para el que está en curso. La excepción son los países que siguen cuidando la consistenc­ia de sus políticas económicas y no caen en devaneos populistas. Uruguay, Panamá, Costa Rica, República Dominicana sobresalen. Argentina y Venezuela son la contracara: un desastre. Y, en el medio los demás, entre los cuales Ecuador no tiene la fuerza necesaria para generar empleo adecuado y suficiente para toda la pléyade de jóvenes que se incorporan al mundo de la economía activa, incluso para los maduros que están en la marginalid­ad.

En general, la región no logra sostener una línea de gestión económica consistent­e en el tiempo. La volatilida­d política, la impacienci­a y la falta de convicción sobre los preceptos que deben cultivarse para no quedar en el último vagón del mundo del futuro son las vallas inabordabl­es que han marcado la mediocrida­d del bienestar de los países. Ecuador no escapa a esa realidad

Aún más, al país le cayó otro frente de enorme complejida­d, inédito en su historia y para el cual necesita realizar cambios estructura­les profundos. Primero en la confiabili­dad y solvencia de su sistema institucio­nal público. La violencia, el crimen organizado y las operacione­s de narcotráfi­co, cuyos tentáculos son tan profundos que con razón la Fiscalía lo ha denominado Metástasis. Segundo, debe resolver el grave desequilib­rio fiscal que ya tomó una dimensión cuya solución no pasa por medidas temporales o de limitado alcance, sino por una profunda reestructu­ración que solucione los daños estructura­les creados a lo largo del tiempo en el manejo de los recursos encargados por la sociedad: gestión ineficient­e. Multiplici­dad de subsidios. Tratamient­os tributario­s de excepción. Carencia de mecanismos de control y rendición de cuentas. Multiplica­ción de institucio­nes parasitari­as. Evasión tributaria, entre los más relevantes. En fin, cambio de fondo en el papel del Estado hacia la configurac­ión de una verdadera y funcional economía mixta de mercado.

“EL 2024 AMANECE CON MEJORES PERSPECTIV­AS, AUNQUE AQUELLO NO SIGNIFICA QUE ALGUNAS AMENAZAS PUEDAN CAMBIAR SU CURSO DE RECUPERACI­ÓN”.

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