Wheeler-Deeler
La empresa de RR.HH. de ALEX BOUAZIZ se convirtió en la startup de software de más rápido crecimiento en Silicon Valley al prometer aliviar el dolor de la contratación en el extranjero. Pero en su apuro por crecer, los reguladores temen que haya explotado algunas áreas grises.
EEs un sofocante día de septiembre en Washington, D.C., y el director ejecutivo de Deel, Alex Bouaziz, tiene una pregunta difícil para su personal. “¿Qué es lo único que necesito saber sobre la política estadounidense antes de reunirme con estos congresistas?”, pregunta el francés de 30 años. “No quiero parecer demasiado estúpido”. Un ejecutivo se apura a ofrecer una una variación de “el dinero lo es todo”. Pero Bouaziz ya lo sabe. Deel, su startup con sede en San Francisco, viene desafiando el recóndito mundo del cumplimiento del derecho laboral internacional desde su lanzamiento en 2019, gastando unos US$ 675 millones de capital de riesgo para ayudar a otras empresas a manejar operaciones legales y de RR.HH. en más de 100 países. En una apropiación de tierras que recuerda a los primeros enfrentamientos ciudad por ciudad de Uber y Lyft, Deel está luchando por crecer lo más rápido posible, incluso si significa explotar áreas grises o permitir que los clientes infrinjan alguna regulación.
“Estamos traspasando fronteras en términos de contratación global”, dice Bouaziz. “No es algo a lo que la gente esté acostumbrada”. Su software es un éxito instantáneo. Gracias al desarraigo del trabajo de oficina por la pandemia, los ingresos de Deel se dispararon de US$ 1,4 millones en 2020 a US$ 169 millones en 2022. Las ventas alcanzaron alrededor
de US$ 350 millones en 2023. En ingresos recurrentes anuales, una métrica popular en el software, en un momento fue el crecimiento más rápido de la industria. Viene siendo “una especie de cuento de hadas”, dice el inversor de Deel y expresidente de Disney Studios, Jeffrey Katzenberg.
En 2021, Bouaziz apareció en la lista 30 Under 30. Él y su cofundadora, Shuo Wang, de 34 años, se convirtieron en multimillonarios en 2022, gracias a una ronda de recaudación de fondos que valoró a Deel en US$ 12.000 millones (en el mercado secundario, cayó desde entonces a unos US$ 7.000 millones, lo que hace que cada cofundador tenga algo así como US$ 850 millones ahora).
Pero actuar rápido tiene consecuencias y Bouaziz fue al Capitolio para hacer las paces con los reguladores, que están preocupados por las afirmaciones de que Deel clasificó erróneamente a su propia fuerza laboral como trabajadores independientes. Bouaziz insiste en que fue un malentendido y programó dos días maratónicos de reuniones para aclararlo. Eso incluyó una reunión con el diputado por California Adam Schiff, quien junto con otros cinco miembros de la Cámara, escribió una carta abierta en julio expresando su preocupación por lo que Schiff describió como un “grave abuso” de las leyes laborales por parte de Deel. “Si Deel no puede cumplir con las leyes de clasificación de empleados y se dedica a ayudar a sus clientes a clasificar a sus empleados, ¿qué tan sensato puede ser su consejo?”, preguntaron los legisladores.
Los empleados mal clasificados no fueron el único dolor de cabeza de Deel. A principios de septiembre, estuvo envuelta en una investigación de la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas sobre un cliente, My Forex Funds, que fue acusado formalmente de fraude por las autoridades estadounidenses. Bouaziz dice que Deel la eliminó, junto con más de una docena de empresas similares de comercio de divisas, como sus clientes, siguiendo el consejo de sus socios bancarios.
Deel no estuvo directamente implicado, pero Papaya Global, una startup rival de software de RR.HH. con sede en Nueva York, aprovechó el momento para lanzar una campaña de marketing cuestionando si Deel estaba tomando “atajos” en materia de cumplimiento para “seguir una estrategia de crecimiento a toda costa”. Algunas empresas dejaron Deel por Papaya desde el escándalo, dijo a Forbes un vocero de Papaya. Otros clientes, incluidos Nike y Subway, se sintieron avergonzados y pidieron a Deel eliminar sus logos de su sitio web (ambos siguen siendo clientes, dice Bouaziz).
Sin embargo, es poco probable que estos obstáculos disminuyan seriamente la demanda del servicio de Deel. La fuerza laboral se está volviendo inexorablemente más remota y global. Bouaziz es una encarnación viva de ese cambio y divide su tiempo entre París, Londres, Tel Aviv y Dubái.
Después de que fracasara la primera startup de Bouaziz (una aplicación telefónica de creación de videos llamada Lifeslice), se volvió a conectar con su antigua compañera del MIT, Shuo Wang, en 2018. Más tarde, en la incubadora de startups Y Combinator, pasaron semanas creando un software de cobro de deudas antes de abandonarlo para convertirse en una plataforma de pagos para empresas con contratistas independientes en el extranjero.
A fines de 2019, las ventas crecían a un ritmo constante del 20 %, no anualmente, sino todos los meses. “Es increíble”, recuerda haber dicho Aaron Harris, uno de sus mentores de Y Combinator. “¿Te das cuenta de lo bien que va esto?”.
Antes de la pandemia, la contratación internacional la hacían casi exclusivamente las grandes empresas. Para las más chicas, los costos asociados eran prohibitivos. “La realidad es que, antes de Deel, honestamente, era casi imposible de cumplir del todo”, dice Christophe Pasquier, cofundador de la startup de software de productividad Slite y uno de los primeros clientes de Deel.
Cuando el Covid-19 impulsó el trabajo remoto a pleno rendimiento, Bouaziz y Wang vieron un momento decisivo. Gracias a una ronda de financiación Serie A de US$ 14 millones en mayo de 2020 de la firma de capital riesgo Andreessen Horowitz, Deel se apresuró a establecer entidades comerciales extranjeras internamente. De esa manera, si un cliente quisiera contratar a alguien en Alemania, por ejemplo, esa persona técnicamente sería empleada a través de la entidad alemana de Deel.
Al principio, se le encomendó a un equipo “Navy SEAL” de cinco personas la tarea de ir de un país a otro incorporando entidades comerciales locales. La velocidad era vital. Si se conseguía un país demasiado tarde, dice Wang, Deel podía perder un mercado geográfico frente a competidores más chicos como Remote (valuado en US$ 3.000 millones) u Oyster (US$ 1.000 millones).
Deel levantó cuatro rondas de financiación que aumentaron su valuación a US$ 225 millones (septiembre de 2020), US$ 1.300 millones (abril de 2021), US$ 5.500 millones (octubre de 2021) y finalmente a US$ 12.000 millones (mayo de 2022). Entre sus inversores están Spark Capital, Coatue y Emerson Collective de Laurene Powell Jobs. A nivel mundial, las leyes no son del todo claras para las empresas que contratan personas en nombre de otras. “Las leyes existentes deben interpretarse y
aplicarse a este modelo de negocio. Es como con Airbnb, no era la forma [tradicional] que la gente alquile así sus casas para que otra gente se aloje en el extranjero, pero tenía mucho sentido”, dice Nicole Sahin, quien ayudó a introducir el nuevo concepto de contratación hace una década cuando fundó G-P, otro rival de Deel.
Deel se siente cómodo operando en lo que algunos en la industria consideran áreas grises. Por ejemplo, Pasquier de Slite utilizó inicialmente a Deel para contratar personas como contratistas porque el producto de Deel para empleados a tiempo completo aún no estaba listo. Para ser completamente sensato desde un punto de vista legal, admite, esas personas deberían haber sido clasificadas como empleados desde el principio. “Puede haber sido que [Deel] tomó este atajo, pero lo necesitábamos”, dice. “Para mí es un servicio público”.
Bouaziz, por supuesto, insiste en que el notable ascenso de Deel no se debe a tomar atajos sino simplemente a superar a sus rivales en lo que él llama “velocidad de Deel”: “Si no actuamos rápido, nuestras acciones tendrán consecuencias reales en los medios de vida de las personas”.
Con la vista puesta en un IPO en 2025, Deel todavía tiene US$ 550 millones en el banco y sigue siendo rentable, por una suma de aproximadamente US$ 5 millones por mes, dice Bouaziz. Durante los próximos 18 meses, planea gastar hasta US$ 200 millones en adquisiciones. La mayor parte de ese dinero probablemente se utilizará para adquirir empresas de recursos humanos en mercados internacionales calientes, similar a la compra de PayGroup, una empresa australiana de 400 personas.
Después de su viaje a D.C., Bouaziz se concentra en adelantarse al inevitable enfrentamiento con los legisladores, tanto en EE.UU. como en el extranjero (un vocero de Schiff dice que la reunión de septiembre “ayudó a aclarar las cuestiones” planteadas en la carta abierta). Al regresar de Washington, Bouaziz contrató a un jefe de Asuntos Públicos para intensificar los esfuerzos de lobby de Deel. En lugar de reaccionar a las regulaciones, espera salir adelante y evitar el destino de Uber y Airbnb —ambos experimentaron importantes impactos comerciales después de entrar en conflicto con los reguladores—.
“Muchas empresas están construyendo todas sus estrategias de expansión internacional sobre bases inestables, sin darse cuenta de que corren riesgos”, dice un contador público certificado que trabaja en este campo hace 20 años. “Dentro de la industria de expansión internacional, los abogados, los contadores públicos, los encargados de impuestos, todos nos rascamos la cabeza y nos preguntamos: ‘¿Cómo es esto legal?’”.
“Va a ser como un juego de dominó”, dice el fundador de otra empresa del sector. “Cuando un [país] habla, muchos dirán: ‘¿Están haciendo eso acá también?’”. Ya en Singapur, “las investigaciones sobre [Deel] están en curso”, dijo un vocero del Ministerio de Mano de Obra a Forbes. Bouaziz dice que Deel viene trabajando con Singapur para resolver cualquier problema y hace caso omiso de las implicaciones más importantes: “Operamos como empresa en 120 países. Tenemos investigaciones todo el tiempo en todos los países”.
“De la misma manera que estamos haciendo las cosas hoy en Washington D.C., queremos hacerlo en Bruselas”, añade. “Lo ideal sería que muchos [gobiernos] quisieran trabajar con nosotros y no con cualquier otra cosa”. Según Bouaziz, los legisladores necesitan cursos intensivos sobre lo que Deel hace y cómo puede ayudar a sus electores. “Estamos ayudando a tantas empresas chicas a tener acceso al talento y ayudando a tantas personas en EE.UU. a trabajar para grandes empresas en el extranjero”, dice. Y, por supuesto, sus empleados tenían razón: la plata lo es todo en política, lo que podría funcionar a favor de Deel.