Los movimientos de Joe Biden están haciendo más peligroso al mundo
El aspecto más asombroso del daño real que la administración Biden está causando a la economía –la cual después del Covid debería estar en auge, no cojeando– es lo mucho que está poniendo en peligro la seguridad de Estados Unidos y la del mundo libre. No hemos presenciado tal obtusidad mortal y pensamiento equivocado desde la década de 1930, cuando error tras error condujeron a la Segunda Guerra Mundial.
Dos acciones recientes ejemplifican el enfoque fundamentalmente irresponsable que el presidente Joe Biden y su equipo están adoptando ante las crecientes amenazas a nuestro modo de vida y a un mundo donde nuestros valores puedan florecer. Una fue la decisión de bloquear cualquier nueva instalación de exportación de gas natural licuado, una doble traición de nuestros aliados europeos y una gran victoria para Vladimir Putin. El otro es la intensa presión de la Casa Blanca sobre Israel para que no acabe con Hamas como una importante amenaza terrorista tomando su último bastión en Gaza, la ciudad de Rafah.
La decisión de suspender los permisos para nuevos proyectos de exportación de GNL es una bendición para Rusia. Antes de la guerra de Ucrania, Europa se estaba volviendo cada vez más dependiente del barato gas natural ruso para satisfacer sus necesidades energéticas. Un apetito intensificado por la precipitada caída del continente hacia las llamadas energías renovables, los molinos de viento y los paneles solares que son fuentes muy costosas y poco confiables dados los caprichos del clima. Dirigida por una Alemania irresponsable, la dependencia de Putin para el suministro crítico de gas habría empeorado mucho con la construcción de un nuevo gasoducto que la administración Trump había intentado detener.
Solo la invasión de Ucrania por parte de Putin puso fin a esto, por el momento. Si no se revierte la prohibición de Biden, Alemania y Europa se verán obligadas a volver a comprar gas ruso. Ya se habían comprometido a comprar GNL desde una posible instalación en Estados Unidos. El mundo necesita más gas. La demanda crecerá un 50 % o más en los próximos años. De este modo se ampliará el poder de Rusia. Podemos saciar fácilmente esta sed global de gas natural. En cambio, Biden decidió empoderar a Putin, incitando así a sus ambiciones imperiales.
Dado el antisemitismo global, no sorprende que varios países y organizaciones denuncien la campaña de Israel contra Hamas, convenientemente pasando por alto que Hamas puso deliberadamente en peligro a los civiles. Jerusalén hizo todo lo posible para evitar víctimas civiles, incluso a costa de sufrir pérdidas adicionales de sus propias fuerzas. Unirse a este coro pro Hamas demuestra la miopía mortal de Biden sobre Irán y Oriente Medio. Dejar que Hamas sobreviva y se reagrupe para luchar otro día le dice al mundo que el mal está triunfando. Lo de ayudar a Putin le dice al mundo que Estados Unidos es un aliado totalmente poco confiable en estos días y que es mejor que los países piensen en adaptarse a un nuevo mundo cada vez más dominado por Rusia, China e Irán.