Época de las máquinas
Así la empiezan a denominar comentaristas especializados en el desarrollo del mundo a la realidad actual, debido al intenso proceso de penetración de la inteligencia artificial (IA) en las más diversas actividades que se ejecutan dentro de las sociedades modernas. El concepto de “data” se expande a una velocidad que incluso los más avezados profesionales que trabajan con esta materia prima están asombrados por su dinamismo, al punto de conceptualizar todo lo que ocurre a su alrededor como “el planeta de los datos”.
Esta fenomenal acumulación de información que los seres humanos transmiten cada día, cada momento, en sus diversas actividades, en sus distintas decisiones solo pueden ser sistematizadas, para bien o para mal, con sistemas operativos incorporados en grandes máquinas procesadoras que modelan el comportamiento y logran perfilar con un alto nivel de seguridad y altísima probabilidad la forma como cada individuo actúa y actuará frente a un estímulo o una amenaza. Y estos procesos están contenidos en los conocidos “software”, que cualquiera vinculado con esta especialidad puede definir como “los sistemas que se comen el mundo” y hacen de la “data” el nuevo petróleo de la sociedad.
Para el hombre común y corriente, la posibilidad de que “alguien”-una máquina- o “algo”-un software- pueda inducir su conducta (que ya hay evidencia en procesos electorales) mediante la manipulación de este mundo de la IA es, más allá de los beneficios evidentes que se pueden conseguir para hacerle la vida más sencilla y con mayores posibilidades de bienestar, una clara amenaza por la eventualidad de un uso indebido que puede llegar a convertirlo en un “robot” maniobrado por intereses de diversa naturaleza.
De ahí que gobernar los datos aparece como una necesidad imperiosa. Regular su uso y controlar la utilización, a fin de asegurar el respeto de la privacidad y mitigar las coacciones de su abuso, parecen ser los nuevos retos de la política pública, cuyos propósitos deben además asegurar la confiabilidad de la información y la seguridad de que ellos responden a un proceso tecnológico que no está contaminado.
Son evidentes los beneficios de la IA. Sin duda, la productividad del trabajo será superior, así como muchas labores básicas serán reemplazadas y aparecerán opciones de mayor valor agregado para trabajadores con buenos niveles de preparación. Estimaciones preliminares señalan que la productividad de estos nuevos puestos de trabajo será cuatro veces superior a las en desuso. Es tan arrollador este proceso, que se dice que el 65 % de las actuales empresas que forman parte de la élite mundial del indicador de S&P 500 no existirán en 10 años.
Con esta realidad y las perspectivas que se vislumbran, solo los países que entiendan hacia dónde camina el mundo, cuáles son sus nuevas necesidades, de qué insumos se va a nutrir y qué regulaciones son necesarias para su control serán los que se conviertan en los líderes que protegen a sus nacionales, convertidos en un verdadero capital humano que será el factor de creación de bienestar, en un marco de libertad con oportunidades de empleo.
En el Ecuador, la información sobre la calidad de la educación confirma lo que ya muchos han dicho y otros sospechan: no es competitiva. No cubre los niveles mínimos de formación y entendimiento y, por lo tanto, no está capacitada para enfrentar este mundo tan retador. Números al canto. La población en edad escolar es de cinco millones de muchachos. De ellos, el 62 % no alcanzan las competencias mínimas de lectura y escritura; y, si se la mide por estratos, en los chicos de poblaciones vulnerables -clases media baja y baja- los datos son más dramáticos. Es decir, para ponerlo en términos simples, la gran mayoría de chicos cuando leen un texto simple, simplemente no lo entienden.
Es decir, hoy, 3,2 millones de niños no aprenden y, de esos, 1,4 millones son de las clases vulnerables, y muchos bien formados se van. Por este camino el Ecuador pierde su futuro, las angustias sociales continuarán marcando su piel, salvo que se produzca un sacudón de fondo en este campo.
“EL CONCEPTO DE “DATA” SE EXPANDE A UNA VELOCIDAD QUE INCLUSO LOS MÁS AVEZADOS PROFESIONALES QUE TRABAJAN CON ESTA MATERIA PRIMA ESTÁN ASOMBRADOS POR SU DINAMISMO”.