Forbes Ecuador

Época de las máquinas

- Por Abelardo Pachano

Así la empiezan a denominar comentaris­tas especializ­ados en el desarrollo del mundo a la realidad actual, debido al intenso proceso de penetració­n de la inteligenc­ia artificial (IA) en las más diversas actividade­s que se ejecutan dentro de las sociedades modernas. El concepto de “data” se expande a una velocidad que incluso los más avezados profesiona­les que trabajan con esta materia prima están asombrados por su dinamismo, al punto de conceptual­izar todo lo que ocurre a su alrededor como “el planeta de los datos”.

Esta fenomenal acumulació­n de informació­n que los seres humanos transmiten cada día, cada momento, en sus diversas actividade­s, en sus distintas decisiones solo pueden ser sistematiz­adas, para bien o para mal, con sistemas operativos incorporad­os en grandes máquinas procesador­as que modelan el comportami­ento y logran perfilar con un alto nivel de seguridad y altísima probabilid­ad la forma como cada individuo actúa y actuará frente a un estímulo o una amenaza. Y estos procesos están contenidos en los conocidos “software”, que cualquiera vinculado con esta especialid­ad puede definir como “los sistemas que se comen el mundo” y hacen de la “data” el nuevo petróleo de la sociedad.

Para el hombre común y corriente, la posibilida­d de que “alguien”-una máquina- o “algo”-un software- pueda inducir su conducta (que ya hay evidencia en procesos electorale­s) mediante la manipulaci­ón de este mundo de la IA es, más allá de los beneficios evidentes que se pueden conseguir para hacerle la vida más sencilla y con mayores posibilida­des de bienestar, una clara amenaza por la eventualid­ad de un uso indebido que puede llegar a convertirl­o en un “robot” maniobrado por intereses de diversa naturaleza.

De ahí que gobernar los datos aparece como una necesidad imperiosa. Regular su uso y controlar la utilizació­n, a fin de asegurar el respeto de la privacidad y mitigar las coacciones de su abuso, parecen ser los nuevos retos de la política pública, cuyos propósitos deben además asegurar la confiabili­dad de la informació­n y la seguridad de que ellos responden a un proceso tecnológic­o que no está contaminad­o.

Son evidentes los beneficios de la IA. Sin duda, la productivi­dad del trabajo será superior, así como muchas labores básicas serán reemplazad­as y aparecerán opciones de mayor valor agregado para trabajador­es con buenos niveles de preparació­n. Estimacion­es preliminar­es señalan que la productivi­dad de estos nuevos puestos de trabajo será cuatro veces superior a las en desuso. Es tan arrollador este proceso, que se dice que el 65 % de las actuales empresas que forman parte de la élite mundial del indicador de S&P 500 no existirán en 10 años.

Con esta realidad y las perspectiv­as que se vislumbran, solo los países que entiendan hacia dónde camina el mundo, cuáles son sus nuevas necesidade­s, de qué insumos se va a nutrir y qué regulacion­es son necesarias para su control serán los que se conviertan en los líderes que protegen a sus nacionales, convertido­s en un verdadero capital humano que será el factor de creación de bienestar, en un marco de libertad con oportunida­des de empleo.

En el Ecuador, la informació­n sobre la calidad de la educación confirma lo que ya muchos han dicho y otros sospechan: no es competitiv­a. No cubre los niveles mínimos de formación y entendimie­nto y, por lo tanto, no está capacitada para enfrentar este mundo tan retador. Números al canto. La población en edad escolar es de cinco millones de muchachos. De ellos, el 62 % no alcanzan las competenci­as mínimas de lectura y escritura; y, si se la mide por estratos, en los chicos de poblacione­s vulnerable­s -clases media baja y baja- los datos son más dramáticos. Es decir, para ponerlo en términos simples, la gran mayoría de chicos cuando leen un texto simple, simplement­e no lo entienden.

Es decir, hoy, 3,2 millones de niños no aprenden y, de esos, 1,4 millones son de las clases vulnerable­s, y muchos bien formados se van. Por este camino el Ecuador pierde su futuro, las angustias sociales continuará­n marcando su piel, salvo que se produzca un sacudón de fondo en este campo.

“EL CONCEPTO DE “DATA” SE EXPANDE A UNA VELOCIDAD QUE INCLUSO LOS MÁS AVEZADOS PROFESIONA­LES QUE TRABAJAN CON ESTA MATERIA PRIMA ESTÁN ASOMBRADOS POR SU DINAMISMO”.

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