La Iglesia ha protegido a las personas que han sido reprimidas por el Gobierno de Daniel Ortega.
MANAGUA, AFP • Miles de nicaragüenses peregrinaron ayer en desagravio al episcopado, acusado por el Gobierno de ‘golpista’ en las protestas que azotan al país desde hace más de tres meses y que han dejado más de 300 muertos.
En un hecho inédito, cristianos católicos, evangélicos y no creyentes caminaron juntos por Managua con cánticos, rezos, imágenes de la virgen María y banderas de Nicaragua y de la iglesia para ofrecer su apoyo a los jerarcas de la iglesia Católica.
“Justicia, libertad”, “Cristo hoy, Cristo siempre”, “Nicaragua de María”, “obispo amigo, el pueblo está contigo”, gritaba la multitud, que avanzó lentamente y sin incidentes desde la emblemática rotonda Jean Paul Genie hacia la catedral de Managua, a una distancia de 6,6 kilómetros.
El clero ha acudido en auxilio de personas atrapadas en la violencia que envuelve al país desde hace más de tres meses, que además de más de 300 muertos deja más de 2.000 heridos y una cifra no precisa de detenidos y desaparecidos, según varios organismos de derechos humanos.
En ese contexto, los obispos han recibido amenazas, insultos y agresiones por parte de adeptos al Gobierno.
El caso más grave fue el ataque de paramilitares contra la parroquia de la Divina Misericordia, donde se refugiaron estudiantes durante el desalojo de una universidad vecina.
Héroes con sotana
“Frente a esta situación sumamente crítica (la iglesia) lo ha hecho ayer, hoy y siempre, de dar la vida y ser la voz de los que no tienen voz”, dijo el sacerdote Silvio Fonseca, quien estaba en la caminata de ayer.
“Las iglesias evangélicas andamos aquí en apoyo a sacerdotes porque somos nicaragüenses y el mismo sistema que les agrede a ellos nos agrede a nosotros, por eso estamos en esta peregrinación”, señaló Henry Aguilar, de 55 años.
“Ellos (obispos) han puesto el pecho por nosotros, en Masaya, Nagarote, Carazo y tenemos que apoyarlos (...) y no están solos”, manifestó un dirigente estudiantil en un discurso improvisado en el atrio de la catedral, cuyo vicario, monseñor Carlos Avilés, recibió a los manifestantes y les agradeció por su apoyo.