La Ibarra de los próximos 50 años
Después de 50 y 100 años, ¿cómo es la Ibarra que quisiéramos ver? ¿Cuáles deberían ser sus características, miradas desde la óptica de los ibarreños de la época actual? ¿Qué quisiéramos entregar como herencia a nuestros hijos, y demás descendientes? ¿Cuál es la historia que cada uno de nosotros debería escribir desde hoy?
Si quienes fundaron la Villa de San Miguel de Ibarra tuvieron un objetivo tan claro que era la salida al mar y contar con un puerto, es preciso saber que Ibarra siempre tuvo ese camino trazado del cual las generaciones no se desviaron; siempre existió un hilo conductor; que los ibarreños dentro de sus limitadas circunstancias constru- yeron cada metro cuadrado pensando en lo que estaban haciendo y para quien lo edificaban; que cumplieron con una responsabilidad histórica con extremada generosidad; y, que lo hicieron con un patriotismo que para nuestra época quizá resulta incomprensible. Esto nos dice la historia.
Es preciso que quienes hoy vivimos y decimos amar a esta blanca ciudad nos comprometamos a darle un norte y objetivos claros; y, a caracterizar a nuestra Ibarra del futuro. Porque si no lo hacemos hoy, cada día, cada mes y cada año que pase no será sino la suma de añadidos, remiendos y parches populistas, tal como viene sucediendo en las últimas décadas, dando resultado una ciudad sin forma, sin identidad ni personalidad, con miles de habitantes que no se duelen y que se han acostumbrado a eso: a la oferta populista de conveniencia. No han sido capaces de resolver los problemas estructurales de la ciudad.
Construir una urbe planificada que brinde las mejores condiciones de vida que la modernidad pueda entregar a los habitantes; que conservando y resaltando sus características históricas y culturales, se proyecte en un crecimiento armónico con nuevas áreas de una manera generosa y desconcentrada; y, que los servicios públicos sean suficientes, oportunos y cercanos al habitante. Pero que además sea una ciudad hermosa, limpia, segura, sana y muy atractiva. Un centro de cultura e historia. Una ciudad que educa a su gente. Y que desde aquí se generen las mejores iniciativas de producción para la zona de influencia.
Si la clase política local de las últimas décadas no ha sido capaz de sintonizar esto, es la hora de las agrupaciones de la sociedad civil organizada y de los ciudadanos capaces y visionarios que los tenemos, y muchos. Ya no permitamos que los días continúen de esta forma ni permanezcamos mirando solamente nuestro metro cuadrado. En el artículo 3 de la Ley de Turismo, se manifiesta que “son principios de la actividad turística, los siguientes: literal a), La iniciativa privada como pilar fundamental del sector; con su contribución mediante la inversión directa, la generación de empleo y promoción nacional e internacional”.
Esta manifestación descrita en primer lugar en el texto de la ley tiene su razón de ser, partiendo del hecho de que el turismo es ante todo una actividad económica que tiene efecto en el incremento y distribución de la riqueza en los territorios, a partir de la motivación de desplazamiento de personas a lugares turísticos y el gasto que ellos generan en los destinos gracias al consumo de servicios pagados para el disfrute de las estancias.
Bajo esta premisa debemos entender la importancia de la inversión privada en este campo, de manera que se faciliten los esfuerzos de pequeños emprendedores y de grandes empresarios, ya que son quienes asumen el riesgo del capital, y ponen su esfuerzo, mejorando las condiciones infraestructurales para proporcionar servicios turísticos en los destinos, con lo que se genera empleo y dinamiza el consumo de materias primas locales.
Desde el gobierno y las administraciones públicas se debe entender este factor y poner en marcha programas de incentivos que favorezcan el emprendimiento para el desarrollo económico desde esta modalidad de producción y asegurar la decisión de los inversores y emprendedores para que coloquen sus capitales en la creación de empresas al servicio del turismo; es uno de los factores estratégicos que se debe impulsar en esta intención de hacer que nuestro país pase de tener la condición de potencial turístico a ser un destino consolidado, con suficientes infraestructuras de servicio.