José Lima el pintor quichua
José Oswaldo Lima Cachiguango es apología al espíritu caminante, peregrino con una talega de sueños, viajero del ancho mundo. Obrero del arte, arcipreste plástico, minero enrumbado a buscar definiciones como tesoros escondidos. El aprendizaje, aciertos y equivocaciones, es la escuela que le sitúa como creador que halló el color, la luz, la forma, la composición, la temática que resume un íntimo estilo.
Atuntaqui es el suelo natal de José Oswaldo, fue una casa de teja y una partera, quienes acopiaron el vagido del 28 de agosto de 1968. Los primeros correteos, ensaya en un patio rodeado de habitaciones, estilo de otro tiempo, piso de tierra, el fogón, la comida cocida con leña, la empatía con perros y gatos. Luego, la calle infinita, la energía sagrada del Taita Imbabura, y la impresionante luminosidad azul.
Sus padres José Antonio y Luz María comerciantes de ganado afianzan las delicias de la quinua, los platos con carne de chancho, maíz, habas y mellocos, pero también, la enseñanza: el trabajo es dignidad humana. Se educó en la escuela Hermano Miguel, donde algún maestro halándole la patilla le lía a la disciplina y orden. Tiempo de apegó al diccionario, al lápiz que le invistió como promesa del arte. Dejar el colegio Abelardo Moncayo para ir al Daniel Reyes que le bendice a diferencia de su gusto por la medicina.
Habilidades y teoría hicieron que José Oswaldo luego de clases gane ingresos, dibujó para estudiantes y publicitó las marcas de negocios locales. Las técnicas usadas, la serigrafía, el soplete y el dibujo. Compró pinceles, oleos, y forjó un nombre como novel artista. Fueron logros las réplicas de Cristos y personajes de la Biblia comprada por su padre. Inició su obra, sus temas y un estilo.
Méjico, estancia de José Cachiguango tío del joven artista, era la esperanza que especializaría los estudios académicos. Dejó la galería creada en Atuntaqui junto a Gavino Dávila, los rechazos de algunos salones nacionales, pero llevaba los saberes de los maestros Edgar Reascos y Emma Montesdeoca y las aceptaciones de sus murales en el cuartel Yaguachi donde le llamaron “Picasso”.
Llegó a Méjico, no fue fácil subsistir o llegar hasta los murales de Orosco, Rivera o Siqueiros, más aún, las peripecias hasta graduarse como pintor, en la Esmeralda en el Instituto Nacional de Bellas Artes. El trabajo en tiempo de estudiante era de cinco de la mañana hasta media noche. El matrimonio con María Sanabria le motivó, alcanzó logros como la exposición “El Arca” con artistas ecuatorianos.
Trabajó en empresas mundiales que reconocieron su talento de dibujante y pintor. Viajó a Italia y Francia donde actualizó los conocimientos del diseño textil. Sus ejecuciones han alternando emprendimientos propios, ha difundido la música andina, permaneció un tiempo en las tiendas Wal-Mart. Su obra ahora es una propuesta digital. Lima vive 25 años en Méjico y habla del orgullo de ser quichua.
El Complejo Cultural la Fábrica y la Casa de la Cultura de Imbabura, inauguran la exposición “Visionarios de la Forma”, homenaje a José Lima, estarán Edmundo Fierro, Cruz Siza y Gavin Daros. Salón Caranqui, jueves 09 de agosto del 2018, 17:00 horas.