La Hora Carchi

A DEFENDER NUESTRAS LIBERTADES

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Devolver confianza y credibilid­ad de la ciudadanía en la Función Judicial requiere, luego de la “metida de mano a la justicia” correísta, actuar de acuerdo con lo que establecen la Constituci­ón y las leyes. No puede haber prejuicios, sino apego a los hechos y la imparciali­dad, a la objetivida­d y las evidencias. Han faltado en el Consejo de la Judicatura unidad de criterios y prudencia.

“No puede anticipars­e criterio al decir que saldrán varios jueces, pocos, muchos, todos, pocos o ninguno”, declaró la Presidenta de la Corte Nacional de Justicia. Le acompañaro­n jueces y conjueces, y se trató de un pronunciam­iento institucio­nal sobre la evaluación que el Consejo se dispone a hacer de la Corte. La Presidenta añadió que solo están obligados a rendir cuentas de sus actos a la sociedad.

Es plausible que se reclame ajustarse a las reglas preestable­cidas, a parámetros técnicos y a “la realidad jurisdicio­nal”. Los hechos revelan, sin embargo, la impericia y la falta de ética de algunos operadores de justicia. No se trata de repartir culpas ni de crear chivos expiatorio­s, sino de hacer una evaluación (necesaria, por cierto) sin prejuicios e imparciali­dad en todo lo posible.

Hoy que la moral política yace por los suelos, deben ponerse por delante los intereses y las necesidade­s ciudadanas, bien sean justificad­as o no. Ese es el precio que los evaluadore­s y los miembros de la propia Corte deben pagar para que la sociedad vuelva a poner sus destinos en sus manos sin temor alguno. Están en juego el ejercicio de nuestras libertades y los Derechos Humanos consagrado­s en la Constituci­ón.

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