‘MUERTE CRUZADA’, ¿AL SERVICIO DE QUIéN ?
En Ecuador todo se mueve con una velocidad y un estilo que siembran en amplios sectores de la opinión pública muchas preguntas difíciles e incertidumbre. Los frentes en los que una política de saneamiento está llamada a intervenir van desde la reestructuración de la Función Judicial y la conducción de la economía, hasta una necesaria sacudida a la Asamblea Nacional y un reordenamiento de las instituciones estatales.
Cobra fuerza la idea de aplicar la llamada “muerte cruzada” dispuesta por la Constitución. Sin embargo, ese severo “electroshock” podría resultar en males institucionales y sociales peores a los que vivimos hoy, dada la instabilidad en la que entraría el país en sectores tan sensibles como las relaciones internacionales (diplomáticas y políticas) y económicas en materia de inversiones de dentro y de fuera.
La fórmula genera mucha preocupación. Habría un momento en que en nos faltarían cabezas con las cuales dialogar, a las que pedir cuentas y que se encarguen de conducir la vida normal de todos. Basta fijarnos en nuestro pasado, en la historia vivida, para darnos cuenta que Ecuador no puede volver a los tortuosos e improductivos caminos que andamos y desandamos durante la década pasada.
El populismo es una “espada de Damocles” sobre todos los ecuatorianos. El cambio que tanto se pregona requiere actuar con energía, pero con prudencia y contención. La “muerte cruzada” nos devolvería a la hiperbolización de recetas jurídicas y económicas que la fiebre populista empleó y que nos condujeron a los problemas de todo tipo que nos agobian, entre ellos ese pulpo de mil tentáculos que es la corrupción.