Con ‘amor a la antigua’ son atendidos 80 adultos mayores En el centro gerontológico de la UPC Azaya, la vida vuelve a tener sentido, la soledad es parte del pasado.
Las señoritas del MIES nos han hecho sentir importantes y han vuelto nuestras ganas de vivir”. HILDA ROSERO 73 AÑOS
Gracias a las maestras Lady y Patricia (MIES) que se han portado bien, pese a que nosotros damos molestias”. JOSÉ ENDARA 75 AÑOS
Gracias a las personas con un corazón lleno de amor para tratarnos se ha terminado la soledad que enfrentaba en mi casa”. MARTA HURTADO 73 AÑOS
IBARRA • La alegría dibujada en los rostros de 80 abuelitos que acuden a su nuevo hogar, dejando atrás esa soledad encerrada en cuatro paredes, donde la mayoría de sus hijos los dejaron, se nota en cada broma, anécdota, cuento y travesuras que comparten con su nueva familia.
Hilda, Martha, María Concepción, José y Rafael, de entre 75 y 98 años, sueñan con volver a reencontrarse todos los días martes y jueves de 08:00 a 09:00 en el centro gerontológico del adulto mayor denominado “Amores al Antigua”, proyecto solidario impulsado por el MIES, la Asociación de Educadores Bilingües de Imbabura, Ejercítate Ecuador, la UPC Azaya, el voluntariado “Vidrio Rojo” y cooperantes de la sociedad que no dejan de colaborar con comida y vestido para las personas en situaciones vulnerables.
Lady Andino y Patricia Hermosa, del MIES, son tratadas como sus nuevas mamacitas por quienes después de tener una numerosa familia ahora esperan impacientes y hasta con angustia que lleguen los feriados o fines de semana para recibir a alguno de sus hijos que aún siente cariño por sus padres.
En estos 18 meses de atención, “hemos recibido la gratitud y afecto de las señoritas que están pendientes de recibirnos, atendernos con la comidita, hacernos jugar, reír y trasmitirnos las sinceras caricias, palabras y abrazos que ahora ya no nos falta”, expresan con entusiasmo las abuelitas.
El 75% provienen de diferentes cantones de Carchi, que viven desde hace varios años en la ciudad de Ibarra, a quienes les sirven el desayuno a las 10:00, el almuerzo a las 13:00 y luego de hacer terapia ocupacional la mayoría se retira a sus casas.
El centro expresa el agradecimiento a Pablo Imbaquingo, quien de forma voluntaria hace un recorrido hasta el parque del Milagro. El mismo sentimiento la trasmiten a la panadería y pastelería “Tío Sam”, que brinda un pastel los fines de mes para celebrar los cumpleaños de los adultos mayores.
La Cabo de Policía Gabriela Ruano, del Subcircuito Azaya, junto con sus compañeros recogen víveres y ropa para las personas del centro. Además, se encargan de la terapia lúdica con ‘Paquito’ y ‘Paquita’, que enseñan haciendo reír al público.
Ruano hace un llamado a los vecinos de buen corazón para que se acerquen a la UPC de Azaya llevando víveres y ropa para adultos mayores que necesitan. “Somos la policía amiga y solidaria de los ciudadanos y aparte de nuestras labores específicas somos solidarios con los grupos prioritarios”.
María Concepción Cuatín es la mayor de todos. Tiene 98 años de edad. Nadie cree que tiene casi un siglo de vida porque todos los sentidos se notan saludables.
“Tengo cuatro cosas que contar para mantenerse así: sonreír, no pelear con el marido cuando llega malhumorado, tomar café hecho con muchos granos y consumir productos sin fumigar”, comenta en medio de su sonrisa, que inquieta.
Hilda Rosero, de 73 años, nacida en Tulcán, dice que ser beneficiada por este programa “fue como una bendición luego de que mi esposo falleció”.
“He encontrado dos angelitos de gran corazón que me tratan como a un ser humano y me dan la importancia para continuar con vida”, dice.
Aquí todos se han esmerado por atendernos bien en la comida, la salud, la terapia”. RAFAEL MORALES 76 AÑOS