¿Los redondeles son una solución o un problema vial?

La semana anterior conversé con algunos amigos expertos en movilidad a quienes les hice la pregunta que consta como título del presente artículo, ellos me supieron explicar que las rotondas funcionan cuando se adecuan en diseño y tamaño a la intensidad de la circulación vehicular que absorben por lo que su implementación depende de los estudios técnicos que se realicen, mismos que deben actualizarse con regularidad debido a que el parque automotor va creciendo cada año lo que significa que los redondeles pudieron haber sido una herramienta útil para regular el tráfico en ciertas intersecciones cuando se construyeron pero con el paso de los años generan más problemas de los que resuelven.

También conversamos que últimamente ha habido una especie de moda por parte de las autoridades de las ciudades quienes tratan de convertir a estos equipamientos urbanos en sitios atractivos debido a que dan una sensación de modernidad, aunque en ciertos casos priorizan los adornos que se colocan en estos espacios a manera de monumentos sin saber a ciencia cierta si resuelven los problemas estructurales de movilidad.

A esto hay que sumar el mal uso que hacen muchos conductores de los redondeles, por desconocimiento o por desinterés, sobre todo en lo que respecta a la prioridad de paso y a la elección de los carriles lo que ocasiona frecuentemente accidentes. Para reducir estos siniestros, urbanistas holandeses idearon las llamadas “turbo – rotondas” cuya diferencia fundamental es que impiden el movimiento entre carriles una vez que estás dentro del redondel (mediante líneas continuas dibujadas en el piso), de manera que se minimizan las posibilidades de choques laterales. Eso sí hay que estar muy atentos en el momento de entrar a la rotonda, porque el carril que elijas al entrar es el que determina la salida que puedes escoger.