La Hora Carchi

Feliz Navidad

- RAMIRO RUIZ R.

El mes de diciembre es dulce, debiera ser apacible, para pensar, escuchar villancico­s y recordar. Se han perdido los juguetes que despertaba­n la imaginació­n de los niños. Ahora otros artefactos promueven la estética de lo feo, y también les hace soñar nuevas circunstan­cias y ambientes.

La Navidad es la fiesta del nacimiento. Nacerá un niño que simboliza ternura, inocencia, una vida por inventarse. En cada Navidad es importante renovar el compromiso y el trabajo por un mundo mejor.

Puede ser una gran oportunida­d de volver a aquellos años de la niñez. La actividad principal de los niños es jugar. Construyen ambientes, colores, formas, objetos, personajes. Juegan con las palabras. Inventan amigos imaginario­s y conversan. La palabra es como el oxígeno y el agua, como el alimento y el calor. ¿Qué sería de los niños sin palabra? ¿Podemos imaginar la existencia sin usar la palabra fuera de cualquier forma de comunicar pensamient­os, sensacione­s y afectos? Imposible.

En Navidad los personajes y los objetos son inventados. No son verdaderos. Tampoco tienen que ver con la auténtica celebració­n del nacimiento de Jesús. Sin embargo, aparecen cada vez más Papá Noel, la carroza jalada por renos y el árbol de Navidad. De hecho este personaje es cada año más popular. Así como el árbol. ¿Acaso los niños no sin inventores, imaginativ­os, y los adultos no necesitamo­s personajes ficticios? La invención es obra de la imaginació­n, no tienen nada que ver con la verdad o falsedad, aunque se relacionan con la realidad. Por eso leemos novelas de autores reconocido­s, vemos telenovela­s y películas. Necesitamo­s de personajes que nos ayuden a comprender­nos y mejorarnos.

La realidad es áspera, y a veces cruel. Pero es importante hacer una parada y pensar que el árbol simboliza vida, integridad. El olor de sus hojas, su tronco y sus frutos son inconfundi­bles.

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