El Año Nuevo
Al año nuevo, se lo considera generalmente como una festividad conmemorativa, inscrita en el calendario universal como la ocasión de celebrarlo con todo el boato y dispendio de energías y recursos. La gente se siente impelida a gastar y derrochar sin medida por una especie de compulsión colectiva acrecentada por los artificios del márquetin que satura todos los medios de comunicación.
La navidad y el año nuevo, es sin duda la gran oportunidad del sector comercial para vaciar sus bodegas y acumular lucros especulativos en beneficio de muchas empresas en detrimento de la apretada economía popular. Sin duda es lícito y necesario el objetivo del sector comercial e industrial pero lamentablemente la riqueza está siempre mal distribuida y son limitados los recursos económicos.
El año nuevo, debe ser considerado por todos como la ocasión de reconocer errores, injusticias y equivocaciones en las que hayamos incurrido, como argumento para instrumentar rectificaciones y cambios que beneficien a todos los niveles sociales.
El año nuevo, debe ser la hoja blanca donde escribiremos las nuevas páginas de la reconciliación, y del encuentro que nos conduzcan al equilibrio y a la paz siempre presente en el fondo de nuestros anhelos, como el supremo objetivo social.
Coincidentemente estamos comenzando el proceso electoral, la actividad política hierve como una marmita a todo vapor. Como nunca se ha despertado el interés de los sectores para alcanzar el poder seccional, diríamos que eso es bueno, pero en el fondo, existen velados intereses y descomunales pasiones que no toman en cuenta los intereses de la colectividad.
Mi exhortación clamorosa es que exista un cambio de actitud, que se utilicen sistemas honorables en la acción política; que se destierre el odio y la maledicencia y que se presenten propuestas eficaces que nos conduzcan al desarrollo social y económico.