La Hora Carchi

Investigan y trabajan para salvar al puma de la extinción

Quedan unos 10 pumas en la Cordillera de los Andes ecuatorian­os, según estudios verificado­s por cámaras trampa.

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Quedan unos 10 pumas en la Cordillera de los Andes ecuatorian­os, según estudios verificado­s por cámaras trampa. Hace poco en la zona de Íntag se encontró una hembra de puma con sus crías.

El felino nocturno hiperactiv­o, veloz, trepador de árboles gigantes, camina sigiloso por las montañas andinas en busca de sus alimentos, que casi han desapareci­do. Los investigad­ores de grandes mamíferos de vida silvestre, como el biólogo Andrés Laguna, y del Ministerio del Ambiente, creen que los días de la especie podrían estar contados si no se activa la alarma roja en la conciencia del principal depredador: el hombre.

La situación complicada de este animal salvaje, de leyendas repetidas por los habitantes de la frontera de bosques primarios, es otra de las consecuenc­ias del extractivi­smo que arremete, depreda y extermina sin recompensa­r nada al hábitat perfecto donde se desarrolla­n las especies.

Un ‘dios karanki’

El puma tuvo mucha relación con los karankis. Su belleza, habilidade­s, autonomía y destrezas para permanecer en las montañas fueron destruidas por la incesante cacería que aumentó desde hace más de medio siglo, según datos mitológico­s.

Los indígenas y hombres naturales del campo apenas lo podían ver en sus veloces travesías. Lo asesinaban para despejar su curiosidad: conocerlo, tocar su piel, sus sagaces patas, garras y sus ojos, únicas armas utilizadas en las noches sin luna para terminar con la vida de un rebaño de ovejas, chanchos, terneros, potros y cualquier animal doméstico que encontraba.

De conducta disciplina­da, con su fuerza arrastraba la mejor presa hasta unos tres kilómetros entre la vegetación. La cueva, construida debajo de los árboles más grandes, servía para la siesta de varios días, después de la abundante comida que usurpara.

Considerad­o por algunas culturas ancestrale­s como un animal salvaje superdotad­o. Su olfato, ubicación y su vista de largo alcance para detectar con facilidad a sus presas en las noches oscuras -muy rara vez en las tardes-, hablan de esta clase de gato barbudo, a quien le disgustaba la luz de la luna llena por el efecto contrario que causaba a sus audaces ojos.

El día para este mamífero empieza a las ocho de la noche. Estiman que puede desplazars­e por su territorio unos 20 kilómetros sin parar, aunque no se ha logrado hacer un seguimient­o satelital. Es más versátil que el oso para las caminatas en territorio, dicen los expertos.

Iniciativa de protección en Imbabura

“Esta conducta pude ser determinan­te a la hora de levantar un censo con datos exactos sobre el número de ejemplares que sobreviven en las montañas desde Las Golondrina­s, Íntag, Mojanda, Reserva Cayambe Coca, Pimampiro hasta Julio Andrade (Carchi)”, explica Laguna, con esa mística sobre su trabajo, por la sobreviven­cia de los animales en riesgo.

Vida corta

La vida silvestre del puma es corta, no supera los 10 años. Esto está determinad­o porque desde que salen de su guarida su organismo es usado al máximo. Tiene un metabolism­o súper resistente y acelerado, por lo que en poco tiempo empieza su deterioro natural.

Lo que hay que decirle a la gente es que no cace venados. En la provincia del Carchi, en la zona alta de la cordillera oriental prácticame­nte han desapareci­do, por lo que el puma se ha quedado sin fuentes de alimentos.

Mantener animales domésticos en los páramos también es perjudicia­l para los ecosistema­s y por el riesgo. “Si quieren hacerlo, construyan un establo y enciendan cualquier tipo de luz porque ahuyenta a los pumas”, añade.

Otra de las recomendac­iones es el control a los perros ferales (salvajes) que atacan la fauna doméstica y silvestre. Un depredador que no tiene presas lo que le queda es la extinción. Eso pasó en Estados Unidos, en donde no queda ni un solo ejemplar de puma. Con el manejo y conservaci­ón del oso andino, que tenía un caso similar tendiendo a desaparece­r, se ha llegado a entender que la cooperació­n e interacció­n de las comunidade­s, institucio­nes y técnicos investigad­ores da resultados. Un solo actor no lo puede hacer.

Actuemos ahora

Laguna manifiesta que como grupo de investigad­ores están empeñados en que regrese y sea lo que fue: un ‘dios del pueblo karanki’. Ese será otro aporte a través de la investigac­ión que realizan.

“Debe ser una imagen de la conservaci­ón y no la de un felino agresivo, asesino, que ataca como se ve en las películas y algunas filmacione­s audiovisua­les elaboradas de manera irresponsa­ble, únicamente para vender”, dice.

Proyecto

El proyecto en el que trabajan para rescatarlo busca integrar a varias iniciativa­s locales en la investigac­ión, como la Prefectura, presente desde hace tres años, el Municipio de Cotacachi, la Junta Parroquial de Angochagua, que inició este año.

Se han realizado conversaci­ones con el Municipio de Ibarra y el de Otavalo, pues en Mojanda puede haber pumas. Este lugar es una especie de isla, una zona montañosa con cuerpos de agua, no se descarta que fue un lugar de cruce de senderos de los animales silvestres.

“Pimampiro es una zona con presencia de estas especies, muy importante, sin embargo la municipali­dad no se en qué procesos está, porque el estudio de la fauna silvestre para los ecosistema­s de las cuencas hídricas creo que no está en sus planes”, dijo Laguna.

Las parroquias como la de Mariano Acosta han sido clave para el estudio del oso andino, la danta o capir, pero también es refugio del puma.

Sigsipamba tiene la disposició­n de entender cómo coexistir con la fauna silvestre. Ahí está el Mirador del Oso Andino. En Chugá, parroquia donde hay evidencias de la presencia de las tres especies, lo ha hecho la Prefectura de Imbabura.

Llamado

El llamado a los entes gubernamen­tales y a la población es para el apoyo con los estudios y desarrollo de los proyectos, para saber qué especies tenemos y cómo cuidar. Esta es una competenci­a que debería asumirse, como algunos gobiernos autónomos ya lo han hecho. Pero hay otros que deben integrarse al esfuerzo común.

Laguna concluyó con precautela­r la vida de los animales, y poner más atención a las especies que están a dos horas de distancia, como el oso, puma, tapir. No necesariam­ente se las puede ver, pero recorren las montañas en busca de sobrevivir.

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 ??  ?? ESPECIE. El puma o ‘león americano’ mide dos metros de largo. Las hembras paren dos crías por camada, cada dos años, y viven 10.
ESPECIE. El puma o ‘león americano’ mide dos metros de largo. Las hembras paren dos crías por camada, cada dos años, y viven 10.
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INVESTIGAC­IÓN. A los pumas encontrado­s en la provincia se los monitorea.

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