La Hora Carchi

POR EL BIEN COMUN

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La eliminació­n de parte de los subsidios a los combustibl­es generó malestar entre los transporti­stas. Algunos de sus representa­ntes se manifestar­on con tibieza y otros en un tono desafiante y altanero. En cuanto que una minoría de la población total del país, nuestro sistema democrátic­o reconoce y defiende ese derecho. Fueron acciones políticas en gran parte pacíficas y democrátic­as que abrieron puertas al diálogo con las autoridade­s.

Hay premisas, transforma­das en normas, en función de las cuales se rigen nuestras acciones y expectativ­as y una de ellas es la de trabajar todos por el bien común. Los individuos, la sociedad e institucio­nes responden a este principio de nuestro sistema republican­o y democrátic­o. Su manipulaci­ón interesada y aviesa fue caracterís­tica de la década correísta.

En el ejercicio honrado del poder es difícil que todas las variables estén definidas y determinad­as como exitosas o fracasadas. Hay errores a rectificar de los cuales las partes dialogante­s no están exentas. Sin embargo, la eliminació­n de subsidios improducti­vos e improceden­tes en cada etapa de nuestra historia, no solo beneficia al resto de la sociedad, también les beneficia a los propios transporti­stas y a sus familias.

En este tiempo prelectora­l es saludable blindarse de aquellos que, irresponsa­blemente, dicen pretender lo contrario. Los transporti­stas no son un mundo aparte. Nacieron y viven, trabajan y fundaron familias que forman parte de una sociedad que depende de que la economía que la sostiene se estabilice, sea viable y nos conduzca por un camino de progreso en todos sus estratos, ellos incluidos.

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