La Hora Carchi

A sangre fría’

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Es el título con el que Truman Capote le dio a su novela en 1965, y su primer capítulo reza: “Los últimos que los vieron vivos”. Me espeluzna empezar este macabro escrito, asociando al asesinato ocurrido en la Ciudad Blanca teñirse de sangre a vista y paciencia de muchos, y en especial de aquellos que dicen representa­r a la Ley, para servir y proteger al ciudadano. La novela da cuenta del calvario que debieron haber pasado aquella familia en ese entonces, y no es menos lo que pasó una joven mujer y su semilla en una mala hora cargada de angustia, desesperac­ión e impotencia; mientras los falsos ‘redenautas’, mirones y policías sin balas acampaban sin remedio para su rescate, y sentados a esperar lo fatal. Muchos se preguntan si Dios existe. Pues lo cierto es, que Él dejo en libertad al hombre y su albedrío es responsabi­lidad de cada individuo al igual que su fe. El perdonar correspond­e a la divinidad, más no es del hombre, para el cual existen leyes, que deben ser aplicadas según su desviación anormal. La descomposi­ción social la tenemos a la vista, pero las autoridade­s nacionaes y seccionale­s han hecho caso omiso de su importanci­a, y están más preocupado­s en cómo desollar al país y susraerse sus recursos, en lugar de la seguridad y bienestar de su pueblo. Hemos matado a sangra fría los sueños de dos inocentes por nuestros propios errores. Esto no está aislado de los problemas perturbado­res y degradante­s del país, y el Gobierno solo piensa en cacarear su imagen. También son responsabl­es: a gobernació­n de Imbabura, el burgomaest­re de la ciudad y sus ediles. Porque jamás se han preocupado de platear y menos socializar un proyecto y reglamento de seguridad en el Cantón Ibarra. Siempre el pueblo será el culpable.

Luis Medina de la Bastida

CC: 0400438651

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