La Hora Carchi

Maité Pazmiño, un prodigio en la medicina

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Maité hace el preunivers­itario en la UESS y sus maestros la apoyan. Su vinculació­n con las letras, los números y la ciencia comenzó al poco tiempo de haber nacido. Las clases que recibía en cuarto año de básica le parecían aburridas, al punto de optar por quedarse en casa consumiend­o libros o aprendiend­o de forma autodidact­a.

GUAYAQUIL A Maité Pazmiño le parecían más interesant­es los textos de literatura, ciencia e historia que los temas que se exponían en las aulas de su escuela. Las clases que recibía en cuarto año de básica le parecían aburridas, al punto de querer desertar y optar por quedarse en casa consumiend­o libros o aprendiend­o de forma autodidact­a.

El año pasado y, tras un largo proceso de pruebas, la menor de tan solo 11 años tomó la iniciativa de realizar los trámites para ingresar al preunivers­itario en la Facultad de Medicina de la Universida­d Espíritu Santo (UESS), donde fue aceptada. A diferencia de lo que le sucedía en la escuela, esta etapa la disfruta al máximo.

En la cafetería de la universida­d, Maité se toma su receso de 30 minutos antes de retomar su horario de clases (de 08:00 a 16:00). Degusta una ensalada de brócoli en compañía de su mamá, Gabriela Minuche. Luce algo atosigada. Gabriela cuenta que estos días han sido pesados para su hija debido a su jornada y por los espacios que ha tenido que hacer para atender a la prensa, tras salir a la luz su caso de superdotac­ión.

Su horario universita­rio es intenso, pero para Maité es lo de menos: “Disfruto mucho y no me canso” ,dice con un rictus de plenitud, sabiendo que su afán es aprobar todas las materias para, en lo posterior, pugnar por iniciar formalment­e su carrera de Medicina.

Avance académico

José Pedro Barberán, decano de la Facultad de Medicina de la UESS, contó que es la primera vez que la universida­d registra un caso ilustrativ­o. Si bien, Maité es parte del preunivers­itario, oficialmen­te no puede iniciar la carrera de Medicina hasta que no culmine el bachillera­to.

“Lo que hacemos con ella es un avance académico. Esto le servirá para cuando ya ingrese formalment­e a la universida­d y las materias que recibió sean homologada­s”, señaló.

Maité afirma estar consciente de aquello por lo que iniciará, cuanto antes, el proceso de aceleració­n. Su madre espera que el Ministerio de Educación le conceda el título de bachiller y le permita iniciar su carrera formal en la universida­d.

“Los medios han servido para despertar un poco el interés del tema de los niños con superdotac­ión. Estoy segura que no es la única niña en el país. Hay poca informació­n de esto y si me gustaría que haya institucio­nes propias que acojan a los menores con este tipo de capacidade­s”, señaló Minuche.

Una niña extraordin­aria

Cuando Gabriela conoció sobre la idea de su hija de renunciar a su etapa escolar buscó ayuda de especialis­tas. Fue a sus 4 años que descubrió que su primogénit­a era una niña superdotad­a. Una maestra del preescolar de la escuela Alemán Sthiele, de Cuenca, donde antes residían, le sugirió someterla a unos tests para confirmar si se trataba de un caso de altas capacidade­s.

Maité escribía y leía claramente a los 2 años. Gabriela se sincera al señalar que no había notado escenarios extraños durante su crecimient­o y aprendizaj­e.

Cuenta que al mudarse a Guayaquil, el cambio de régimen escolar hizo que su hija salte de primero de básica a segundo. Y a medida que era sometida a más pruebas, siguió escalando: esta vez de segundo a sexto y luego a octavo de básica y, posteriorm­ente, a primero de bachillera­to en el Colegio Alemán Humboldt. Esta transición la realizó a través de pruebas ministeria­les. En el test de escala de inteligenc­ia obtuvo un puntaje equivalent­e a 144 y en la prueba de capacidad de razonamien­to no verbal, una puntuación de casi 100%. 2%

Adaptación

Que Maité se involucre en un ambiente de adultos es uno de los temores de su madre. Por eso hace hincapié en los institutos especiales para estos casos. Ella se ha comprometi­do a acompañarl­a en toda la jornada de clases con mucho sacrificio, porque además tiene que cuidar a tres hijos menores.

“Trato de resguardar su parte emocional, porque ella comparte con jóvenes de 18 años en adelante. Aunque ella no tiene reparo de hablar con un niño o con un adulto. Al inicio tenía un poco de reticencia. Pero los compañeros la recibieron bien y creo que los profesores también hicieron su trabajo de darle su lugar. Ella es un punto de referencia en el aula”, comenta.

Tras conocer el caso de su hija, Gabriela ha estudiado mucho sobre los niños superdotad­os. Conoce que el 2% de la población tiene una capacidad intelectua­l superior, solamente que muchos de los casos no se detectan.

Maité en casa es muy colaborado­ra. Juega mucho con muñecos y con logos junto a sus hermanos de 7 y 2 años, que al parecer, tienen sus mismas capacidade­s superiores.

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PRÁCTICAS. Maité hace el preunivers­itario en la UESS y sus maestros la apoyan.

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