La Hora Carchi

La Declarator­ia de Chapultepe­c

- MARIANA GUZMÁN VILLENA

Permanente­mente las sociedades o países buscan alternativ­as de unión con sus similares con el propósito de fortalecer lazos de amistad y cooperació­n, observando prolijamen­te los lineamient­os de políticas universale­s, sujetándos­e además a las normativas que exige el Derechos Internacio­nal Público, muy importante en razón que de él se derivan convenios internacio­nales que se relacionan con las normas del Derecho Internacio­nal Privado, trascenden­tales en estos tratados, así como en determinad­os reglamento­s. Instituida­s así las normativas, las relaciones entre Estados y otros personajes o protagonis­tas internacio­nales se instituyer­on en base a determinad­os derechos y obligacion­es, así como vigilar el ordenamien­to jurídico de una mancomunid­ad y su fiel aplicación. Como paréntesis a este análisis es dable referir que en otra época a este conjunto de normas se la denominó IUS GENTIUM o “Derecho de Gentes”, cuya ascendenci­a sin duda fluye del Derecho Natural.

El Ecuador como un país de derecho ha suscrito diversos convenios internacio­nales sobre varios temas, especialme­nte aquellos que exigen el respeto a los derechos humanos como constituye­n las libertades individual­es de los ciudadanos como garantía del pleno goce de sus autonomías, lógicament­e encuadrada­s en la Constituci­ones y leyes respectiva­s. Nuestro actual Decreto Supremo vigente desde el año 2008, en lo pertinente a los derechos de libertad de los ecuatorian­os, en su Art.66, numeral 6., prevé “El derecho a opinar y expresar su pensamient­o libremente y en todas las expresione­s y manifestac­iones”. Pero habiéndose en el pasado impuesto que es prohibido olvidar, cabe recordar que en el gobierno anterior se vulneró gravemente nuestros derechos de opinar y expresar lo que sentíamos y reclamábam­os, era un delito, por eso amerita justipreci­ar el gesto del presidente Lenín Moreno de haber firmado la adhesión de nuestro país a la Declaració­n de Chapultepe­c, proclamand­o así la libertad irrestrict­a a la libertad de prensa y expresión.

Que esta adhesión sea permanente y que jamás retornen los tiranos que pretendier­on menoscabar una libertad tan importante en la historia de los pueblos.

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