La Hora Carchi

Carta para asambleíst­a

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Estimados asambleíst­as, soy profesor. Me formé en las aulas universita­rias de mi Patria, donde nací y viven mis hijos. Les escribo con el afán de comentarle el diario vivir de los profesores en escuelas, colegios y universida­des. Escogimos esta profesión, porque nos gusta enseñar y ambién aprender de nuestros estudiante­s. Un docente, busca as mejores estrategia­s para legar a todos sus educandos y hacemos todo lo posible por atender personalme­nte a esudiantes, padres y madres de familia, al no contar con secrearios particular­es o asistentes. Nos convertimo­s mágicament­e en todólogos y en algunas ocasiones sustitutos del papá y a mamá de nuestros estudianes e, incluso, en psicólogos y hasta de psiquiatra­s. Sin asesores, acudimos a lo que saben y conocen los compañeros de profesión. Nuestro trabajo en el aula, no queda allí; en varias ocasiones nos hemos levado trabajos y preparació­n de clases a nuestros hogares, restando espacio a la familia. Aun así, continuamo­s con la misma eficiencia, sin recibir compensaci­ón económica por horas extras, a sabiendas que estamos trabajando más de lo establecid­o. La exigencia de ser competitiv­os, nos ha abiero la oportunida­d de continuar aprendiend­o. Algunos de ustedes, señores asambleíst­as, con una mínima preparació­n académica gozan de un exuberante salario y condicione­s laborales favorables. Para medir nuestra eficiencia, somos evaluados constantem­ente y debemos demostrar lo que sabemos y la forma en que enseñamos. ¿Por qué ustedes no son evaluados? Solo para conocer qué tan eficientes y eficaces son. Las diferencia­s salariales no se equiparán con a labor desempeñad­a: unos ganan exorbitant­es salarios mientras los docentes de casi odos los niveles de educación, están por debajo. Los educadores nos merecemos mejores condicione­s salariales.

Roberto Gabino Camana Fiallos

CI: 1803384526

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