La Hora Carchi

El glaucoma no se cura, pero se puede detener

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EFE • Dicen que los ojos son el reflejo del alma. Ver, mirar y que te vean, es un regalo. Pero de repente, una palabra puede cambiarlo todo. El glaucoma es la segunda causa de ceguera en el mundo después de la retinopatí­a diabética (una enfermedad que aparece cuando la diabetes produce una alteración en los vasos sanguíneos del ojo, provocando un daño en la retina).

“Afecta a la capa de la fibra de los ojos; primero dejándolo con poca función hasta que termina por destruirlo. Finalmente se atrofia el nervio óptico y se rompe la conducción del impulso visual hacia la corteza óptica”, explica la doctora Carmen Rodríguez-Bermejo, jefa de sección del glaucoma de la Fundación Jiménez Díaz.

El gran problema de esta entidad es que es muy silenciosa, no dice nada, pero de repente aparece. Normalment­e afecta a los dos ojos, aunque en algunos casos pueden ser asimétrico­s.

En 2020 se calcula que afectará a cerca de 65,5 millones de personas, casi a tres de cada 100 mayores de 40 años

¿Cuáles son los tipos?

Rodríguez indica que es importante distinguir dos clases: Glaucomas de ángulo abierto, que suele tener antecedent­es familiares y es más frecuente en miopes y diabéticos. Apenas aparecen síntomas, por lo que se debe explorar la tensión a partir de los 40 años para descartarl­o o detectarlo. El problema está en que cuando una persona se da cuenta de que ha perdido campo visual, el glaucoma ha avanzado y esa pérdida es irreversib­le.

Glaucomas de ángulo cerrado: son mucho menos comunes.

¿Cómo se puede prevenir?

Se aconseja acudir a partir de los 40 años al especialis­ta para que le tomen la presión intraocula­r. “En el caso de que una persona tenga antecedent­es familiares de glaucoma, deberá hacerse revisiones desde más joven”, recomienda Rodríguez-Bermejo.

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