Trabajo informal, entre la zozobra y la necesidad
Cientos de ciudadanos se agolpan en las veredas o las esquinas para vender sus productos.
Según la última Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo, 261.767 personas dejaron de tener un empleo formal. En varias zonas de Ibarra, los vendedores informales ocupan las aceras o están en las esquinas de las vías.
IBARRA • Bajo el atorrante sol del mediodía, María Cushcagua, una mujer oriunda de Otavalo, oferta granos, habas y maíz en el sector del Obelisco. Ha viajado en bus desde las 05:00 para terminar de vender lo más rápido posible y regresar a casa antes que anochezca.
Ella comenta que vender estos productos es su único ingreso. “Yo no cogí el bono. No me regalaron. Fui a pedir y no me dieron nada”, dice con la voz cansada. En su casa, tiene pollos y gallinas. A veces, por falta de alimento, los cocina. La señora, pese a su edad, tiene que estar atenta a los agentes de control municipal. Ellos, dice, aparecen de la nada y me dicen que me levante, que me vaya.
Sus productos son baratos, pero no todos los días son buenos. En ocasiones no logra vender la totalidad y se siente intranquila. “A veces vengo a Ibarra a vender, otras veces voy a Quito o a otras ciudades”. María Cushcagua, al igual que miles de ecuatorianos en Imbabura y el resto de provincias, forma parte del crecimiento del empleo informal.
Según la última Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu), con corte a marzo, 261.767 personas dejaron de tener un empleo formal, con al menos el salario básico, todas las prestaciones de Ley y ocho horas diarias de trabajo. El 82% de ellas, pasaron a la informalidad (subempleo, empleo no remunerado y otro empleo no pleno). Con esto, todas las formas de informalidad representan el 62,1% de la Población Económicamente Activa.
Sustento del hogar
Cristina Valenzuela es una mujer ibarreña de 36 años. Vende en un carrito, cerca al terminal, medias y ropa interior. Ella indica que se dedicó a la venta informal porque no conseguí trabajo y necesitaba ganarse la vida honradamente. “Soy madre soltera, tengo dos bebes. Entonces, es bastante complicado estar en un trabajo, porque no se alcanza con lo que nos pagan”.
Indica que si pierde su negocio, se queda sin dinero su familia, porque la fuente fundamental de ingresos es su trabajo informal. Es tan necesario lo que vende, que sale a la calle, 12 horas diarias, de 07:00 a 19:00, todos los días.
Michelle Saud, analista económico, indicó que el Fondo Monetario Internacional prevé que el desempleo en el Ecuador, este año, alcanzará el 4,3% o el 4,8%. “El 2019 es un año recesivo. El gobierno tendrá que hacer ajustes en el tema laboral, tributario. No hay oportunidades laborales en el Ecuador”.
Miedo al decomiso
En varias zonas de la ciudad, los vendedores informales ocupan las aceras o están en las esquinas de las vías. Donde mayor número de comerciantes se vislumbran, es en los alrededores del Terminal y los Mercados La Playa, Amazonas, y por las calles céntricas de la urbe.
Caminar por estas rutas es adentrarse en un ‘mall’ callejero. Aquí puedes irte de ‘shopping’ al más bajo costo. Los compradores encuentran de todo: camisetas, calentadores, zapatos, micas de celular, correas, relojes, cadenas, sombreros, juguetes, comida…
Sin embargo, este variopinto paisaje, tiene un alto grado de peligro. Muchos comerciantes se sienten acosados por los policías metropolitanos. Ellos les piden que se vayan del lugar o les decomisan sus objetos.
“El año anterior me decomisaron unos 300 dólares. Pero sí me devolvieron la merca, a los tres meses”, dice una vendedora ambulante. Y esta historia la repiten muchos vendedores, agregando que hay “municipales educados y otros no, que tratan mal a las personas”. Cuando se les pregunta que piden, repiten, a manera de coro: “Que nos dejen trabajar, porque si nos quedamos sin este oficio digno, tendremos que, quizá, delinquir”.