Un referente universal
Al margen de cualquier credo de orden religioso y solamente concentrándonos en los valores humanos que han perdurado a través de la historia hasta convertirse en referentes de la propia creatividad humana, lo sucedido con la Catedral de Notre Dame, una verdadera joya arquitectónica, es un acontecimiento enormemente doloroso que enluta a los cuatro costados del orbe.
No se han determinado todavía las verdaderas causas del siniestro, pero los daños materiales y simbólicos hasta ahora son invaluables, pese a que en sus bóvedas se han salvado gran parte de su acopio milenario que habla de tradiciones, historia, desarrollo humano, identidad, capacidad creativa de generaciones humanas que pasaron por la historia dejando huellas e improntas como mensaje perenne de culturas para trascender en los siglos.
La Revolución Francesa fue la principal asonada socio-política europea que se aventó en su circunscripción y pronto traspasó los linderos intercontinentales para dejar el blasón de la libertad, igualdad y fraternidad establecido en todos los pueblos, como un valor social y un derecho inmanente de los hombres del mundo. Y con ello devino la división de poderes del Estado como un equilibrio para regir una república con derechos y obligaciones para una gestión por el bien común.
Y la Catedral parisina se constituyó en el símbolo de la admiración del mundo hasta convertirla en referente universal por su alma, contenido, huellas, evidencias, rastros y fortalezas de la potencialidad del ser humano aferrado a perpetuidad a sus propias creaciones.
El flagelo llegado como alma mortal debe hacer meditar en los propios riesgos que se ciernen sobre los patrimonios de los pueblos. De un dolor debe renacer una esperanza y una lección por mantener las huellas de nuestros antepasados como valores indestructibles para muestrario de todas las generaciones venideras.
Ibarra, nuestra capital imbabureña, debe acelerar procesos urgentes de rescate de sus bienes patrimoniales. Templos, edificios públicos y privados con enorme valor histórico, y archivos oficiales y de familias tienen inmensos riesgos en su propia existencia.