La Hora Carchi

Un amor más allá del diagnóstic­o médico

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Encadenada a la puerta del colegio Mejía, así exigía justicia para su hijo Vilma Pineda, en 2012, un año después de las protestas en las que su historia cambió de rumbo. Desde entonces no ha dejado de reclamar, pero sobre todo de acompañar a Édison Cosíos, quien necesitaba cuidados especiales durante todo el día. “¿Tú me amas? Yo te amo a ti”, dice Pineda como si aún le estuviera hablando al menor de sus tres hijos y asegura que con gestos, él le respondía que sí. Su rutina incluía alimentarl­o con una sonda, limpiar su cuerpo despacio, ponerlo junto al sol, hablarle con amor. Ese amor, dice, fue la clave para que él resistiera ocho años, cuando los doctores le habían dicho que no le daban ni tres meses de vida.

“Ella cuidó siempre de Édison, pero ¿quién cuidó de ella?”, preguntaba ayer Ximena, una de las personas que ha estado cerca de la familia y ha visto su incansable lucha y quien estuvo junto a Vilma desde que llegó al velatorio. Ahí recordó que las primeras veces que la vio estaba sentada en una silla plástica esperando noticias de su hijo. Pineda tuvo que abandonar su trabajo y la familia recibía el bono Joaquín Gallegos Lara. Ahora que Édison ha muerto, ya no lo recibirán y más que eso, su única certeza es que Édison no se quedará en el olvido.

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UNIÓN. Vilma Pineda y su familia durante el funeral de Édison Cosíos.

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