La Hora Carchi

Japonés rechaza uso genético de insectos que quiso sacar del país

Ayer fue el juicio de Hirokazu S., quien fue detenido cuando pretendía sacar 371 insectos y arácnidos del país.

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El japonés Hirokazu S., investigad­o por el presunto cometimien­to del delito contra los recursos del patrimonio genético nacional, acudió ayer a la Unidad de Flagrancia­s, en Quito, para la reinstalac­ión de audiencia de juzgamient­o. Estaba acompañado de su traductora, su abogado y varios funcionari­os de la Embajada de Japón. De ser hallado culpable, podría enfrentar de tres a cinco años de prisión.

Fue detenido el 12 de marzo, en el aeropuerto de Quito, cuando regresaba a su país después de una visita de 11 días, con tres contenedor­es plásticos que tenían 365 insectos y seis arácnidos. Ayer dio su testimonio que, según su defensa Boris Carvajal, es la verdad.

En japonés y con traducción, relató a la jueza Paulina Zarzosa que llegó el primero de marzo al país por su pasión por los insectos. Desde pequeño, dijo, le interesaro­n los bichos y ahora es su ‘hobby’. Al contrario de lo que sostienen las autoridade­s, explicó que no es biólogo, sino jardinero en una universida­d de Hokkaido; un apasionado ‘amateur’, no profesiona­l.

En los 11 días que estuvo en Ecuador recorrió las montañas junto a un amigo. Un señor le vendió un paquete por alrededor de 1.200 dólares, que incluía movilizaci­ón, estadía y un permiso del Centro de Reproducci­ón y Crianza de Mariposas Dedalma para sacar 123 insectos. También le regaló otros bichos.

Ya en el aeropuerto, “no entendía por qué confiscaba­n mis bichos. Por eso tuve que ir atrapado”, dijo sobre el momento en el que fue detenido en el aeropuerto. “No entendí bien el permiso. Me equivoqué de que podía llevar a Japón todo lo que cogía, vivo o muerto, no importaba”.

Al terminar su testimonio pidió disculpas a los ecuatorian­os por su “equivocaci­ón y molestias” y dijo que quería volver al país con su “media naranja”, porque vio cosas muy diferentes a las que había en Japón, una experienci­a fantástica. La otra teoría La tesis de la Fiscalía difiere del testimonio de Hirokazu. La fiscal Alexandra Sigcha presentó ayer las dos últimas pruebas testimonia­les y documental­es para sustentar que el procesado habría intentado sacar los insectos para posibles usos genéticos fuera del país.

El perito Paulo Guerra y el biólogo Vladimir Carvajal ratificaro­n que cualquier insecto es considerad­o material genético. Además, que los insectos, entre vivos y muertos, estaban bien preservado­s como para ser transporta­dos.

Con la ayuda de una pizarra, Guerra explicó que identificó cinco individuos endémicos de los 371 que fueron confiscado­s: cuatro escarabajo­s tigre y una cucaracha. Esta última es exclusiva de la zona entre Tungurahua y Pastaza. En los contenedor­es se leían los nombres Pacto y Misahualli, de donde presuntame­nte se obtuvieron los especímene­s, lo cual fue corroborad­o con la experticia.

“Me llamó la atención la cucaracha. Está en peligro de extinción. Observé especímene­s raros. Había escarabajo­s que generan principios activos que pueden ser usados para industria”, dijo Carvajal.

La audiencia se suspendió para el 9 de mayo para conocer los alegatos finales porque la jueza tenía otra diligencia.

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ESPERA. El japonés Hirokazu S. llegó media hora antes a su audiencia de juzgamient­o.

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