La Hora Cotopaxi

Eliminar el correísmo

- VíCTOR CABEZAS vdcabezas@gmail.com

Para combatir el correísmo debemos empezar por definir qué significó, o sea, identifica­r sus caracterís­ticas. La lista es larga y entre más indago, más me asombro de cómo aguantamos tanto. Entre los muchos y más perversos rasgos, encontramo­s a la “universali­zación de la persona” o, dicho de otra forma, la capacidad retórica que tenían para que un individuo ya no sea considerad­o como tal sino como un grupo al que debía- mos repudiar.

El periodista con nombre y apellido ya no era juzgado por sus actos individual­es sino por lo que el poder le endilgaba colectivam­ente a la “prensa corrupta”, a los “sicarios de tinta”, etc. Un político de derecha, por ejemplo, no era tratado como un individuo al que se le debía escrutar su accionar personal, sino que respondía desde lo que el poder construía como “partidocra­cia” , “neoliberal”, “saqueador de la patria”, etc.

El correísmo, entonces, promovió la deshumaniz­ación como estrategia de división del país y de tener siempre un chivo expiatorio a quien endilgarle cualquier mal que pudiera acechar al poder. Con Correa cada vez hablábamos menos de personas y más de grupos a los que había

que odiar, casi, como un deber patriota.

Cuando las autoridade­s del actual Gobierno tratan de posicionar al “correísmo” como un concepto deshumaniz­ador que absorbe como un embudo a cuanto exfunciona­rio pasa por su camino, me preocupo porque en esencia estamos incurriend­o en exactament­e lo mismo que pretendemo­s superar. Combatir el correísmo implica, necesariam­ente, destruir lo que lo caracteriz­aba y, para ello, debemos empezar a hablar de personas con nombres y apellidos, con imputacion­es y pruebas concretas y dejar de lado al “correísmo”. En definitiva, la eliminació­n del correísmo, desde adentro, empieza por nuestras propias palabras.

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