Infame
Término de lo más suave con el que calificaron a la persona que mojigatamente, publicó una denuncia sobre irregularidades consumadas por la señora vicepresidenta cuando se desempeñaba como asambleísta de la revolución ciudadana, aunque cobijada disimuladamente de ovejita de una alianza que toma el nombre de dos referentes luchadores latinoamericanos.
Buena la revancha de la señora asambleísta que fue destituida y que trató de salvarse esgrimiendo y amenazando con hacer pública la hasta ese día bien guardada denuncia de otro bellaco, quizá de la misma calaña, quien habría incluso extorsionado a la “ingenua” segunda mandataria, por no cumplirle el caprichito bien remunerado, por cierto, de nombrarle gobernador de una provincia amazónica o aunque sea director provincial del instituto que maneja los servicios de salud de los ecuatorianos.
Ahora resulta que, alguien ha estado orquestando su salida del cargo más polémico del último gobierno, mediante calumnias, patrañas, infamias, etc, que ha sido porque la vice es mujer de izquierda y no por obligar a los militantes a dar contribuciones a cambio de puestos y cargos en la administración pública.
En las declaraciones con las que se pone la soga al cuello, la ex vice, revela algunas contradicciones y afirmaciones que confirman la existencia de unos cobros indebidos que fueron a parar mágicamente a su cuenta personal, así como datos corregidos de que no lo hacia desde las fechas que dice el denunciante, sino que esta práctica era normal desde muchos años atrás.
Afirma que esto es legal de acuerdo al código de ética revolucionario y que es común que los funcionarios aliancistas asuman que pueden exigir colaboraciones a quienes consideran sus súbditos.
Bien lo dice el refrán: Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón.