La Hora Cotopaxi

4 años después, la reconstruc­ción tras el terremoto sigue

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Hasta hoy, han transcurri­do exactament­e cuatro años desde el terremoto que azotó la zona costera del país. La Fundación Raíz – Caemba y Hogar de Cristo son dos de las organizaci­ones que ayudaron inmediatam­ente a los afectados del terremoto y continúan con su labor.

La ayuda gubernamen­tal no llegó en la magnitud que se esperaba. La Contralorí­a General, a través del informe de auditoría -0010-DAPAF-2017, concluyó que los directores provincial­es del Ministerio de Vivienda de Pichincha y Esmeraldas, “no verificaro­n que previo al pago exista la informació­n que garantice el cumplimien­to de compromiso­s y/o obligacion­es entre la entidad y el contratist­a”. En otras palabras, no existió un documento que evidencie el cumplimien­to cabal de las reparacion­es y construcci­ones de viviendas en las zonas afectadas por el terremoto.

Sueños de bambú

Inicialmen­te, Cristina Latorre y Manuel Pallares, fundadores de Caemba, construían albergues de bambú en las zonas afectadas por el terremoto. Después siguieron construyen­do casas de bambú con las donaciones que recibieron de la sociedad civil.

En la actualidad, Caemba edifica casas en el Barrio 13 o Nueva Esperanza, de Atacames, cantón de Esmeraldas, una de las dos provincias más afectadas. Algunas de las familias de este sector aún viven en las casas cuarteadas que dejó el terremoto de 2016.

Marjorie Marca perdió su vivienda en el terremoto. Ella logró comprar un terreno en Nueva Esperanza e hizo una covacha para vivir con sus hijos. Marca pidió ayuda al Ministerio pero asegura que “no hicieron nada”, a pesar de que tiene una niña con discapacid­ad. A mediados de marzo de este año, Caemba construyó el nuevo hogar de Marca con el apoyo de un grupo de voluntario­s de Quito.

Según Maritza Orellana, trabajador­a social y de campo de Caemba en Atacames, hasta marzo se habían construido 76 casas en el barrio.

Proyectos y realidades

Cuando ocurrió el terremoto, en abril de 2016, Hogar de Cristo hizo una campaña de donativos con empresas privadas nacionales y extranjera­s para construir casas a las familias afectadas. Las casas son hechas de caña.

Carmen Méndez, jefa de la organizaci­ón en Esmeraldas, cuenta que se enfoca en los distintos casos de “las personas que sufrieron” para ayudarlos. Aunque las casas que entregaron fueron totalmente dona

das, Hogar de Cristo también trabaja con otra modalidad. Su trabajo normal es brindar una vivienda a cambio de que los beneficiad­os paguen una mensualida­d factible de acuerdo con el presupuest­o de cada familia.

Hasta el año anterior, la organizaci­ón trabajó con un proyecto de construcci­ón de 50 viviendas en Esmeraldas. Dina Bautista, moradora de Barrio 13, en Atacames, cuenta que su antigua casa se hundió por el terremoto. Menciona que muchas personas fueron a ayudarla pero a la final “solo tomaron fotos y no [brindaron] ningún resultado”.

Después, Hogar de Cristo le entregó una vivienda con un convenio tripartito. Es decir, una parte paga un donante, otra parte corre por cuenta de la organizaci­ón y la beneficiad­a paga el monto restante. En el caso de Bautista, 325 dólares en un año. Al fin su casa propia.

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REALIDAD. Una de las casas rehabilita­das para una familia esmeraldeñ­a.

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