Penoso Cautiverio
Hay veces que la vida nos juega diversas circunstancias, muy adversas, que no alcanzamos a comprender lo frágil y difícil que es la naturaleza que nos encierra en un abismo profundo en el que caemos sin darnos cuenta. Naufragando sin un rumbo fijo, en medio de un desastre que nunca nos imaginamos y que cambió nuestras vidas, en nuevas costumbres, sentimientos y actitudes que nunca pensamos vivir. Un virus llamado Covid-19, invisible hasta ahora, vino a transformar al mundo entero en una desgracia sin precedentes. Causó miles de muertes y enfermos, se apoderó de la humanidad sin tener hasta ahora una solución a corto o largo plazo. Menguan las esperanzas de encontrar la cura para este terrible mal, y la vida de los seres humanos se extingue lentamente, principalmente la clase más desposeída, los que viven el día a día.
Ni el Gobierno ni la Asamblea Nacional dan una solución. Al contrario, pegan un grito al cielo cuando se les quiere recortar el sueldo aduciendo inconstitucionalidad. ¡Qué fácil es decir eso cuando se les toca el bolsillo, viendo que el pueblo se muere de hambre antes de morir de Covid-19!
Entre una de las soluciones para detener en algo esta pandemia, se resolvió el aislamiento total para evitar más contagios, pero parece que el remedio resultó peor que la enfermedad. Ahora la gente se está volviendo incrédula y desesperada, encerrada dentro de su propia casa. ¿Cuales son las consecuencias de este comportamiento o cautiverio? Psicológicamente la gente se vuelve agresiva y su comportamiento sufre cambios inesperados, como la violencia intrafamiliar y sus nuevas costumbres adquiridas.