Los bienes patrimoniales
Dos halagadoras noticias han circulado en nuestra inefable ciudad en los últimos días, asunto que llena de real optimismo por la importancia capital e histórica que entrañan.
Una vez que el antiguo edificio del Colegio “Teodoro Gómez de la Torre” por fin pasó a manos municipales luego de largos, tediosos y hasta intermitentes trámites burocráticos entrampados en la maraña de nuestra legislación, con acierto se ha dado paso a la difusión y participación ciudadana para el aporte de ideas y propues- tas de lo que debiera constituir este hermoso patrimonio. Claro que se ha hablado de todo lo deseable, pero lo fundamental, lo que nunca debe pasarse por alto en que allí, además, debe funcionar el gran Archivo de la Ciudad, con todos los elementos técnicos y documentales que guarden, pervivan, custodien y exhiban nuestras raíces y todo el devenir histórico gestado por nuestros antepasados hasta nuestros días.
Halagüeño también el hecho de la legalización de la propiedad del edificio de la Gobernación de Imbabura, la antigua Casa de Gobierno, edificio también con serias amenazas de irse al suelo y enterrar su propia historia.
Recordamos que a mediados del siglo pasado este edificio no solamente albergaba al representante del Ejecutivo y sus colaboradores, sino a la recordada Oficina de Correos administrada con una honradez y pulcritud a toda prueba por su personal. Igual, el sitio de expendio de estampillas, sobres y postales, la Oficina Provincial de Recaudaciones, la Intendencia General de Policía, la Comisaría Nacional, y con los años varios juzgados del régimen judicial. Y siempre su esquina era, fue y es todavía el sitio de expendio de los periódicos locales y nacionales, los mismos que llegaban con la puntualidad de un reloj suizo a ofrecer las buenas o malas de última hora.
Este bello y monumental edificio también lleno de historia, será restaurado y contribuirá de esta manera a completar una plaza central llena de vivencias, historia, ornato e identidad para una ciudad como Ibarra con ansias de rescatar su abolengo y sus orígenes, y proyectarse al futuro como una joya de atracción turística por vocación de sus propios habitantes.