Frontera, experiencia educativa y desarrollo
Hace algunos años se realizó un encuentro bi nacional de pueblos, comunidades y resguardos de los dos lados de la frontera ecuatoriana – colombiana, protagonizados por representaciones de instituciones culturales, sociales, educativas, comunitarias, de organizaciones de base e instancias gubernamentales de los dos países. La fuerza y energía que irradiaban tales delegaciones hacían entrever la riqueza de la cultura en sus más diversas expresiones: en la música tradicional, con su chirimía, las flautas indígenas, su percusión, sus cantos y coros, así como la vistosidad y colorido de la indumentaria que lucían las múltiples agrupaciones de danzas tradicional es y populares, allí presentes.
La presencia de la niñez y juventud guiados por sus maestros animaban la concentración en una orilla del ríoRumichac a–Puente de piedra, en l en guakichwa. No dejaban de llamarla atención las pancartas y leyendas alusivas a la unidad, integración y desarrollo integral de la región y, evidentemente, los testimonios y discursos de líderes sociales, culturales y políticos asistentes a este encuentro hacían referencia ala extraordinaria potencialidad de los recursos naturales y humanos que poseen estos territorios, la experiencia acumulada y puesta en práctica históricamente por sus habitantes en las más diversas actividades productivas, organizativas, educativas, de capacitación y formación técnica, tecnológica, científica y humana, hasta llegar al punto de lograr manejar óptimamente a la naturaleza y construir una relación de armonía.
Al parecer, las sociedades andinas han privilegiado sus esfuerzos de adaptación con la naturaleza que entre los mismos hombres y mujeres, siguiendo un rumbo unidireccional en los procesos de desarrollo. En los últimos lustros o quinquenios, el desarrollo mira el progreso por sus cuatro puntos cardinales, intentando vencer las dificultades de entendimientos o comprensión dada la diversidad étnica–social que es característica de la región.
Siendo así, las fronteras entre las zonas norte de Ecuador y sur de Colombia constituyen espacios fructíferos y proclives a impulsar procesos inéditos en el orden económico, social, cultural, político y administrativo, pero los Estados son diferentes, lesrig encartas constitucionales, leyes y normas específicas; responden a los intereses de los gobiernos y de los grupos de poder que los ostentan; sin embargo, quedan nichos o parcelas que el poder central no logra controlarlos plenamente y, por último, los pueblos hacen valer su soberanía, historia y autonomía.
La provincia de Carchi tiene a su haber un extenso y variado territorio conformado por zonas altas, intermedias, valles y tierras subtropicales, a saber, desde Julio Andrade, el Carmel o,Ur bina, Tufiño,M al do nado, Chic al hasta TobarDon oso, mirando el océano Pacifico, y siguiendo el curso del río San Juan que marca el límite natural con el país vecino. A los centros poblados señalados rodean exuberantes tierras, la mayoría de ellos con suficientes recursos hídricos y con un recurso humano pujante y creativo que ha impulsado actividades agrícolas, ganadería mayor y menor y la trasformación de productos y el aprovechamiento de las bellezas y atractivos naturales ideales para impulsar las actividades recreativas para propios y visitantes.
Las carreteras se encuentran en buen estado y existe transporte público en frecuencias básicas de manera que la gente se pueda desplazar adecuadamente a realizar sus actividades cotidianas. Las instituciones del Estado ecuatoriano visitan las zonas y hacen presencia en ella, los servicios básicos para la población como educación básica y media, así como la salud y la seguridad se desarrolla n normalmente con la aspiración de cumplir metas y objetivos que los organismos y sus autoridades planifican en respuesta alas necesidades de la población.
Este esfuerzo mancomunado es indispensable para que la zona de frontera a nivel rural – y a nivel urbano naturalmente- alcance estándares de desarrollo los más altos posibles, de manera que los recursos naturales y humanos se aprovechen óptimamente en beneficio de la propia población, de la zona mismo y del país en general, pero se debe señalar que esta es una tarea compleja, difícil pero no imposible de cumplir, que requiere de tres elementos claves, a saber: de educación, formación y capacitación; de medicina y nutrición de calidad y de acompañamiento, de estímulo constante del Estado, su agencias, de los gobiernos seccionales, de la organización de base y de la cooperación interna y externa.