La Hora Imbabura

Frontera, experienci­a educativa y desarrollo

- ANTONIO MALES M.

Hace algunos años se realizó un encuentro bi nacional de pueblos, comunidade­s y resguardos de los dos lados de la frontera ecuatorian­a – colombiana, protagoniz­ados por representa­ciones de institucio­nes culturales, sociales, educativas, comunitari­as, de organizaci­ones de base e instancias gubernamen­tales de los dos países. La fuerza y energía que irradiaban tales delegacion­es hacían entrever la riqueza de la cultura en sus más diversas expresione­s: en la música tradiciona­l, con su chirimía, las flautas indígenas, su percusión, sus cantos y coros, así como la vistosidad y colorido de la indumentar­ia que lucían las múltiples agrupacion­es de danzas tradiciona­l es y populares, allí presentes.

La presencia de la niñez y juventud guiados por sus maestros animaban la concentrac­ión en una orilla del ríoRumicha­c a–Puente de piedra, en l en guakichwa. No dejaban de llamarla atención las pancartas y leyendas alusivas a la unidad, integració­n y desarrollo integral de la región y, evidenteme­nte, los testimonio­s y discursos de líderes sociales, culturales y políticos asistentes a este encuentro hacían referencia ala extraordin­aria potenciali­dad de los recursos naturales y humanos que poseen estos territorio­s, la experienci­a acumulada y puesta en práctica históricam­ente por sus habitantes en las más diversas actividade­s productiva­s, organizati­vas, educativas, de capacitaci­ón y formación técnica, tecnológic­a, científica y humana, hasta llegar al punto de lograr manejar óptimament­e a la naturaleza y construir una relación de armonía.

Al parecer, las sociedades andinas han privilegia­do sus esfuerzos de adaptación con la naturaleza que entre los mismos hombres y mujeres, siguiendo un rumbo unidirecci­onal en los procesos de desarrollo. En los últimos lustros o quinquenio­s, el desarrollo mira el progreso por sus cuatro puntos cardinales, intentando vencer las dificultad­es de entendimie­ntos o comprensió­n dada la diversidad étnica–social que es caracterís­tica de la región.

Siendo así, las fronteras entre las zonas norte de Ecuador y sur de Colombia constituye­n espacios fructífero­s y proclives a impulsar procesos inéditos en el orden económico, social, cultural, político y administra­tivo, pero los Estados son diferentes, lesrig encartas constituci­onales, leyes y normas específica­s; responden a los intereses de los gobiernos y de los grupos de poder que los ostentan; sin embargo, quedan nichos o parcelas que el poder central no logra controlarl­os plenamente y, por último, los pueblos hacen valer su soberanía, historia y autonomía.

La provincia de Carchi tiene a su haber un extenso y variado territorio conformado por zonas altas, intermedia­s, valles y tierras subtropica­les, a saber, desde Julio Andrade, el Carmel o,Ur bina, Tufiño,M al do nado, Chic al hasta TobarDon oso, mirando el océano Pacifico, y siguiendo el curso del río San Juan que marca el límite natural con el país vecino. A los centros poblados señalados rodean exuberante­s tierras, la mayoría de ellos con suficiente­s recursos hídricos y con un recurso humano pujante y creativo que ha impulsado actividade­s agrícolas, ganadería mayor y menor y la trasformac­ión de productos y el aprovecham­iento de las bellezas y atractivos naturales ideales para impulsar las actividade­s recreativa­s para propios y visitantes.

Las carreteras se encuentran en buen estado y existe transporte público en frecuencia­s básicas de manera que la gente se pueda desplazar adecuadame­nte a realizar sus actividade­s cotidianas. Las institucio­nes del Estado ecuatorian­o visitan las zonas y hacen presencia en ella, los servicios básicos para la población como educación básica y media, así como la salud y la seguridad se desarrolla n normalment­e con la aspiración de cumplir metas y objetivos que los organismos y sus autoridade­s planifican en respuesta alas necesidade­s de la población.

Este esfuerzo mancomunad­o es indispensa­ble para que la zona de frontera a nivel rural – y a nivel urbano naturalmen­te- alcance estándares de desarrollo los más altos posibles, de manera que los recursos naturales y humanos se aprovechen óptimament­e en beneficio de la propia población, de la zona mismo y del país en general, pero se debe señalar que esta es una tarea compleja, difícil pero no imposible de cumplir, que requiere de tres elementos claves, a saber: de educación, formación y capacitaci­ón; de medicina y nutrición de calidad y de acompañami­ento, de estímulo constante del Estado, su agencias, de los gobiernos seccionale­s, de la organizaci­ón de base y de la cooperació­n interna y externa.

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