Clínicas ilegales, ¿centros de tortura?
39 son legales, pero hay sub registros, control insuficiente y todo un debate estancado.
En el país, apenas 39 clínicas de tratamiento de adicciones cuentan con licencia de funcionamiento. Lo refleja la lista de 2019 publicada por la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess), encargada de otorgar los permisos, que se renuevan de forma anual.
Del total, cuatro están en Guayaquil, una en Quito y tres en Cuenca. Pero la realidad es otra. Norman Pérez, exasesor del Ministerio de Salud, asegura que existen muchos más fuera de la ley, especialmente porque se manejan como negocios rentables.
Las miradas se volvieron a enfocar en los centros de desintoxicación del país, el viernes pasado, cuando un incendio provocado en una clínica sin permiso en Guayaquil se llevó la vida de 17 personas.
Apenas 39 clínicas de tratamiento de adicciones cuentan con licencia de funcionamiento en todo el país. Lo refleja la lista de 2019 publicada por la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess), encargada de otorgar los permisos, que se renuevan de forma anual.
Del total, cuatro están en Guayaquil, una en Quito y tres en Cuenca. Pero la realidad es otra. Norman Pérez, exasesor del Ministerio de Salud, asegura que existen muchos más fuera de la Ley, especialmente porque se manejan como negocios rentables.
La cantidad de centros varió drásticamente desde 2017, cuando 110 lugares contaban con licencia a nivel nacional. Varios de ellos, clausurados, seguirían funcionando sin control o con permisos en trámite.
Las miradas se volvieron a enfocar en los centros de desintoxicación del país, el viernes pasado, cuando un incendio provocado en una clínica sin permiso en Guayaquil se llevó la vida de 17 personas. Ese mismo día, Acess clausuró siete centros de esa ciudad.
Según las versiones de la Policía y sobrevivientes, los jóvenes quemaron colchones para que los liberaran del encierro en el que estaban. De acuerdo con los familiares que han dado declaraciones a varios medios, la falta de atención en el sistema de salud pública los ha hecho recurrir a sitios clandestinos.
En noviembre de 2018 se registró un siniestro en las instalaciones de una clínica que no tenía permiso.
Situaciones como esta empezaron a salir a la luz, a partir del caso de David Romo quien habría sido asesinado en un centro de desintoxicación clandestino en Quito.
Lo recuerda Elsie Monge, directora de la Comisión Ecuménica de los Derechos Humanos (Cedhu), quien asegura que la problemática es complicada porque, muchas veces, va de la mano de los tratamientos de supuesta deshomosexualización.
Panorama
Para Monge, las cosas no van a cambiar hasta que las adicciones sean tratadas como una enfermedad y no como un delito. Además, cuando se respete la Norma que exige que las personas no pueden estar contra su voluntad.
Desde 2000, el ‘Taller de Comunicación Mujer’ ha seguido los casos de violación a Derechos Humanos que se han registrado en estas clínicas. Cayetana Calao, coordinadora de proyectos de la organización, asegura que han podido corroborar 65 casos de víctimas de diferentes procedimientos.
Adicionalmente, a través de un monitoreo de medios e información del Estado, han detectado que habría al menos 500 personas que fueron rescatadas de lugares clausurados. “No se conoce qué ha pasado con ellos ni ha habido ninguna sentencia”, dice Calao.
Entre los abusos que se han detectado están: tortura, congelamiento, encierro, confinamiento y violencia sexual. Pérez, quien asesoró a la exministra Carina Vance cuando se emitieron los acuerdos ministeriales en 2012, recuerda que conoció en persona un lugar de Quito en el que tenían cuatro perros encerrados en jaulas y el castigo para los internos era dormir junto a ellos, escuchando sus ladridos.
Lo califica como “tortura” y dice que la única manera de detectar abusos son los operativos en los que los mismos pacientes narran la situación a la que son sometidos. (PCV)
La mayoría se puede calificar como centros de tortura”. ELSIE MONGE, DIRECTORA DE CEDHU.