Tenemos que aceptar…
TALIA GUERRERO AGUIRRE Muchos poseemos el hábito de decir que la vida no es justa. Nunca lo es, porque la vida es impredecible, más de lo que parece y nosotros no podemos evitar que se desenvuelva como lo hace; a propósito esta reflexión: “Tuve que aceptar que barrer mi acera todos los días, no garantizaba que era propiedad mía y que barrerla con tanta constancia solo era fútil ilusión de poseerla; que lo que llamaba mi casa, era solo un techo temporal, que los animales que quiero, los árboles o las flores que plante, en realidad no me pertenecían, eran mortales; aceptar que mis padres no durarían para siempre como creía, que mis hijos no eran míos como suponía y que poco a poco escogerían su camino con su derecho de ir o venir sin mí; difícil, pero tuve que aceptar mis fragilidades, mis limitaciones y mi condición de mortal efímero; tuve que aceptar que estamos hechos de recuerdos y olvidos, deseos, memorias, residuos, ruidos, susurros, silencios, días y noches, pequeñas historias y sutiles detalles; que mi cuerpo no sería inmortal, que envejecería y un día se acabaría, que la vida continuaría sin mí y que al cabo de un tiempo me olvidarían; que no se nada del tiempo, que no comprendo la eternidad, ni el mundo o la vida que en el vivimos; tuve que librar muchas batallas para aceptar, pero acepte lo que tenía que aceptar y así deje de sufrir, deseche mi orgullo, mi prepotencia, aceptando que la naturaleza trata a todos de la misma manera y para lograrlo tuve que desarmarme, reconocer que la vida es como es, que todo es transitorio y funciona mientras estemos aquí en la tierra y que vine al mundo para tratar de dar lo mejor de mí y dejar rastros positivos de mis pasos antes de partir.”
No vivamos sosteniendo ideas de lo que nos gustaría, en lugar de ver la realidad y aceptar que en cada decisión tomada, ganamos y perdemos cosas, pero que es la clave para poder avanzar.
“Lo que niegas te somete, lo que aceptas de transforma”.