Metro quiteño
Las ciudades se desbordan, sus necesidades crecen, la planificación visionaria se adelanta al tiempo y fragua soluciones trascendentes. Quito, metrópoli con complejo territorio orográfico, requiere soluciones geniales, el tren subterráneo fue una de las ideas cumbres que ha tenido nuestra querida capital.
La conflictiva actitud de algunos “dirigentes” dificulta que el desarrollo de proyectos ocurra expedito, la prensa debe orientar con argumentos sólidos, sin escandalizar, ni sesgar información. Desde que se planteó la idea aplaudimos, una urbe con medio millón de vehículos circulando tortuosamente y borrando su cielo azul es agobiante y grave para el ambiente, la construcción de esta mega obra debió hacerse mucho antes.
Hoy la gente viaja mucho al exterior y tendrá mejor criterio para entender los beneficios de circular rápido, con ahorro de tiempo, elemento valioso que tiene el ciudadano, cada segundo su vida pasa, se esfuma y el trabajador lo pierde en largos, tediosos y peligrosos procesos de movilización, gastando un tiempo de vida que puede compartir con su familia o destinarlo a tareas formativas.
El salto a la modernidad, como la resiliencia urbana son aspectos que necesariamente tienen que ofrecer soluciones para alcanzar una sociedad con vida digna para todos, en la que las desigualdades se acorten y los beneficios lleguen a todos, por eso creemos que nuestro proyecto de Metro aportará, especialmente para todos aquellos hombres y mujeres que madrugan para ir de un extremo al otro de la ciudad y que retornan al caer la noche a sus hogares fatigados y con su valioso tiempo desperdiciado. No son admisibles ideas en contrario. El servicio debe ponerse en marcha en cuanto el personal esté entrenado y el sistema probado, para de inmediato ir a su ampliación.
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