Nosotros/as, Irán y los medios
Sábados atrás buscaba dónde sentarme a leer cómo y por qué EE.UU. atacó –nuevamente- a Irán. Como sabemos, las cafeterías en Loja abundan y las distancias apremian, pues no es infrecuente encontrarse con amigos/as que se regalen la tarde con un café lojano. Así, las reuniones se conforman sin planificación, aunque las conversaciones sí se construyan por los medios.
Como era de esperarse, desafiamos la desinformación y nos arriesgamos a profundizar en la muerte de Soleimani. No tardamos en generar juicios y posicionarnos en las esquinas más sencillas de un debate: estuvo bien o estuvo mal. Simultáneamente, se alegó con ferviente aprobación los asesinatos cometidos por EEUU, argumentando que el comandante persa era un asesino.
Estas discordancias que se cuentan por sí solas emergen por la desinformación y posicionamiento. Es decir, la ausencia de información aprisiona nuestra reflexión y nos conduce a un análisis reducido. Como efecto, tomamos posturas firmes frente a acontecimientos –lejanos- que conmueven, pues los sentimos cerca por los medios.
Ciertamente, dependemos de los medios, los necesitamos, nos construimos, entendemos el mundo y modificamos nuestra capacidad de abstracción por ellos. Estos, pueden acercarnos a una realidad muy lejana, pero con el beneplácito de no sufrir efectos directos. Por tanto, debemos salir de la comodidad que nos ofrecen y contrastar para evitar contradicciones, para evitar la sentencia o júbilo por un atentado. Podemos intentar entender desde lejos y ser flexibles al conocimiento.
En fin, escribo esto como autocrítica. Por generar juicios de valor que suponen autoridad y pueden aplaudir el sufrimiento de El Otro. Insisto, revisar desde fuera siempre será más fácil. Como yo, que leía sobre el infierno que viven otros tomando un café.