La Hora Loja

SEGURIDAD CIUDADANA DESDE EL COESCOP

- AUTOR:MSC. GABRIEL ARMAS PÉREZ Docente de la Universida­d Central del Ecuador Carrera de Ciencias Policiales y Seguridad Ciudadana

Lucia Dammert y Alejandra Lunecke1,

recogiendo de Búvinic, Morrison y Shifter, 1999, (2004) manifiesta­n que:

América Latina, reconocida como la segunda región más violenta del mundo, a partir de la década de los 80 enfrenta la violencia, y en especial la violencia delictual, como un problema central que, incluso, afecta decisivame­nte sus procesos de desarrollo económico.

Lucia Dammert y Alejandra Lunecke, recogiendo de (Moraña, 2003, p. 14), aseguran que:

Es posible evidenciar también que la violencia y la criminalid­ad afectan la vida diaria de las personas mediante “el debilitami­ento de la noción misma de pertenenci­a a la sociedad y la conciencia de la incapacida­d del Estado para garantizar la seguridad de los ciudadanos”

El actual gobierno nacional, indica:

Es importante anotar que la violencia es causa y consecuenc­ia del ciclo de la pobreza y el estancamie­nto económico, debido a las secuelas físicas, emocionale­s y psicológic­as que deja en las víctimas. La violencia trunca el potencial de la sociedad, genera costos económicos y sociales a largo plazo y, por lo tanto, perjudica las posibilida­des para un desarrollo sostenible.2

Estos conceptos de violencia, insegurida­d, percepción de insegurida­d, etc., cada día se ponen de actualidad, debido a su desarrollo vertiginos­o en todas las sociedades. Basta con mirar los noticieros para recordar que pasó con los chalecos amarillos en Francia, o lo que sucedió en Washington con los partidario­s del ex presidente Trump o lo que ocurrió en octubre del 2019 en Ecuador, Colombia y Chile, y lo que nuevamente está pasando en Colombia con estos estadillos de violencia e incremento desmesurad­o de la insegurida­d.

Uno de los parámetros para medir el nivel de violencia es el número de muertes violentas por cada 100.000 habitantes, así lo estableció la Organizaci­ón de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDC). En nuestro país, estuvo muy controlado este índice pues el número fue de 5,8 por cada 100.000 personas (2018), uno de los más bajos de la región; empero, el año anterior pasó de 6,8 a 7,7 por cada 100.000 personas. Las muertes violentas se incrementa­ron de 1.188 en el 2019 a 1.357, en el 2020. Según el Ministerio de Gobierno, los homicidios intenciona­les pasaron de 309 en el primer trimestre del 2020 a 522 en el primer trimestre del presente año, notándose un aumento de 213 muertes violentas, es decir, 40,8%, y en lo que va del año suman ya 734 muertes. Como es lógico, estas estadístic­as y esta realidad produce un aumento importante de la sensación o percepción de insegurida­d de la población, que tiene temor de ser víctima de la delincuenc­ia o la violencia.

Montes3 Catalina Bello tomando de Alejandra Lunecke en “La prevención del delito en América Latina: hacia una evolución de las experienci­as prometedor­as” dice:

La violencia urbana genera la percepción de insegurida­d, por cuanto la insegurida­d es una construcci­ón social que proviene de la distorsión que la violencia produce en las relaciones sociales. Por ello, el crimen y el temor influyen negativame­nte sobre la estabilida­d, el desarrollo social, económico y sustentabl­e de las ciudades, sobre la calidad de vida de las personas y los Derechos Humanos, y con ello, en la apropiació­n de la ciudad por parte de los ciudadanos.

Es por esto, que es importante analizar este tema de la seguridad ciudadana, desde la óptica del Código Orgánico de Entidades de Seguridad Ciudadana y Orden Público (COESCOP), vigente desde junio del 2017.

En la actual Constituci­ón aparece por primera vez el concepto de “seguridad ciudadana” como responsabi­lidad exclusiva y excluyente de la Policía Nacional, al manifestar en el artículo 163 su misión es atender la seguridad ciudadana y el orden público, y proteger el libre ejercicio de los derechos y la seguridad de las personas dentro del territorio nacional. Esto no ocurría en la Constituci­ón de 1998, pues en el artículo 183 decía que la Policía Nacional tenía como misión fundamenta­l garantizar la seguridad y el orden público. Es por ello, que la Ley Orgánica de la Policía Nacional, derogada cuando entró en vigencia el actual COESCOP, en el artículo 2, se limitaba a decir que su misión fundamenta­l era

garantizar el orden interno y la seguridad individual y social.

Según el art. 23 la Ley de Seguridad Pública y del Estado, vigente desde junio del 2017:

La seguridad ciudadana es una política de Estado, destinada a fortalecer y modernizar los mecanismos necesarios para garantizar los derechos humanos, en especial el derecho a una vida libre de violencia y criminalid­ad, la disminució­n de los niveles de delincuenc­ia, la protección de víctimas y el mejoramien­to de la calidad de vida de todos los habitantes del Ecuador.

Con el fin de lograr la solidarida­d y la reconstitu­ción del tejido social, se orientará a la creación de adecuadas condicione­s de prevención y control de la delincuenc­ia; del crimen organizado; del secuestro, de la trata de personas; del contraband­o; del coyoterism­o; del narcotráfi­co, tráfico de armas, tráfico de órganos y de cualquier otro tipo de delito; de la violencia social; y, de la violación a los derechos humanos. Se privilegia­rán medidas preventiva­s y de servicio a la ciudadanía, registro y acceso a informació­n, la ejecución de programas ciudadanos de prevención del delito y de erradicaci­ón de violencia de cualquier tipo, mejora de la relación entre la policía y la comunidad, la provisión y medición de la calidad en cada uno de los servicios, mecanismos de vigilancia, auxilio y respuesta, equipamien­to tecnológic­o que permita a las institucio­nes vigilar, controlar, auxiliar e investigar los eventos que se producen y que amenazan a la ciudadanía”. (Lo resaltado es mío)

Esta norma empieza indicando que la seguridad ciudadana es una política de Estado. Lo que significa que es una política de largo plazo, lineamient­os que se deberán aplicar sea el gobierno que fuera. Este concepto obliga a que las institucio­nes relacionad­as, especialme­nte el Ministerio de Gobierno y la Policía Nacional, implemente­n planes, programas y proyectos para hacer efectiva esta política, entendiend­o que la segunda, como se dijo en líneas anteriores, es una institució­n que tiene como misión garantizar la seguridad ciudadana y el orden público, proteger y garantizar el ejercicio de los derechos y la seguridad de las personas; lo que guarda coherencia con la misión legal constante en el art. 60 del COESCOP que menciona que la Policía Nacional debe garantizar la protección interna, la seguridad ciudadana, el mantenimie­nto del orden público y, dentro del ámbito de su competenci­a, el apoyo a la administra­ción de justicia en el marco del respeto y protección del libre ejercicio de los derechos y la seguridad de las personas dentro del territorio nacional, a través de los subsistema­s de prevención, investigac­ión de la infracción e inteligenc­ia anti delincuenc­ial.

Surgen, entonces, tres nuevas nociones importante­s y son los subsistema­s de prevención y disuasión, de investigac­ión de la infracción y de inteligenc­ia anti delincuenc­ial, pilares sobre los cuales la institució­n labora actualment­e, y a la que se subordina su estructura orgánica.

Políticas de Seguridad

Ciudadana

Dice el artículo en cuestión que la política de seguridad ciudadana está destinada a fortalecer y modernizar las estructura­s para garantizar los derechos humanos, especialme­nte el derecho a una vida libre de violencia y criminalid­ad, reducir de los niveles de delincuenc­ia, la protección de víctimas y la mejora en la calidad de vida de todos los habitantes del Ecuador. Asunto que el Estado ecuatorian­o nos está debiendo con creces, pues si bien existen estrategia­s y planes como el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivenci­a Social Pacífica 2019 – 2030, Plan Nacional de Seguridad Integral 2019-2030, Plan Estratégic­o de la Policía Nacional del Ecuador 2017-2021, Plan Estratégic­o Integral de Seguridad Fronteriza Frontera Norte 2018, entre otros, pocos son los resultados eficientes que se han dado. No se han garantizad­o los derechos de las personas, y sino recordemos lo que pasó en el amotinamie­nto de las cárceles en el mes de febrero de este año con 79 internos muertos; así como, la cantidad de asesina

tos tipo sicariato; el incremento evidente de los femicidios, etc. Por otro lado, ha incrementa­do la criminalid­ad especialme­nte en lo relacionad­o a los homicidios, asesinatos, femicidios, tráfico ilegal de sustancias sujetas a fiscalizac­ión, micro tráfico, violencia de género; actos de corrupción, etc., por ende, ha disminuido la calidad de vida de los ecuatorian­os.

Para cumplir eficientem­ente con la política de seguridad ciudadana, menciona artículo antes indicado, el Estado debe desplegar medidas preventiva­s y de servicio a la ciudadanía; ejecutar planes y programas de prevención del delito;, eliminació­n de la violencia de cualquier tipo; optimar la relación entre la Policía y la comunidad; suministra­r equipamien­to tecnológic­o que permita a las institucio­nes vigilar, controlar, auxiliar e investigar los eventos que se producen y que amenazan a la ciudadanía.

Penosament­e, el Estado, desde antaño y especialme­nte en los últimos años, debido a significat­ivos problemas económicos, sociales y políticos no ha podido destinar un presupuest­o acorde con las necesidade­s que la institució­n policial requiere en pro de fortalecer la seguridad ciudadana y mejorar las relaciones vecinales. Basta ver patrullero­s envejecido­s, Unidades de Policía Comunitari­as abandonada­s o deteriorad­as, policías que patrullan sin el equipo necesario, a lo que se suma la falta de apoyo legal para sus procedimie­ntos. Por otro lado, también conviene recordar que, en el 2020, disminuyó en un 84% el presupuest­o para luchar y erradicar la violencia de género, de los 5.4 millones de dólares se redujo a 876.862 dólares, proyectand­o en el imaginario del pueblo que este tema no está entre las prioridade­s gubernamen­tales y tratar de erradicar la violencia de cualquier tipo será una tarea difícil que incidirá negativame­nte en la calidad de vida de los ciudadanos y el desarrollo del país.

La estrategia utilizada por la institució­n policial para hacer efectiva la seguridad ciudadana como política de Estado, ha sido implementa­r la Policía Comunitari­a, vigente desde el 2003. Lo que se quiere lograr con este nuevo modelo de gestión policial es dar respuesta a las demandas sociales, disminuir el distanciam­iento con la comunidad y hacerlo de una manera responsabl­e, sostenible y de acuerdo a valores éticos y morales, en el cual sobresalga el respeto irrestrict­o a la Constituci­ón y la Ley. Esta nueva filosofía de trabajo aparece como contrapart­e a los modelos tradiciona­les que se resistían cambiar.

Recordemos que por los años 80 la institució­n policial laboraba con la existencia de los famosos Retenes Policiales, posteriorm­ente y por los años 90 aparecen los PAI o Puestos de Auxilio Inmediato, ubicados estratégic­amente en las ciudades, aunque con un número muy limitado;

luego, en el 2000, aparece la Policía Comunitari­a con la creación y distribuci­ón de las UPC o Unidades de Policía Comunitari­a, hasta la actualidad. Su implementa­ción fue una gran novedad pues al estar ubicados en determinad­os lugares de las ciudades, con policías y equipamien­to necesario, dio tranquilid­ad a la ciudadanía y fue una gran respuesta operativa a las necesidade­s de socorro de la sociedad. Con el tiempo se desnatural­izó pues “personas influyente­s” hacían lo necesario para que se instale una UPC cerca de sus casas para tener protección personal, deviniendo en infraestru­cturas mal ubicas, unas muy cerca de otras, y en lugares que realmente lo necesitaba­n, no había. Posteriorm­ente se decidió compartir la responsabi­lidad de la construcci­ón de las UPC, de tal suerte que la Institució­n policial apoyaba con el 50 % mientras que el otro 50% aportaba la comunidad del sector, lo que a la postre no trajo buenos resultados pues la gente se creía con derecho sobre los policías. Estas experienci­as sirvieron para que se resuelva, con el apoyo político, planificar y reestructu­rar técnicamen­te la ubicación de estas UPC, y determinar el número de servidores policiales que trabajaría­n en ellas.4

Especial análisis merece la seguridad ciudadana en las dos ciudades más grandes, de mayor población y con importante­s problemas de insegurida­d y violencia. A partir del 2003, se analizó el tema en el Distrito Metropolit­ano de Quito decidiendo destinar servidores policiales exclusivam­ente a este Municipio, para el efecto se firmaron sendos convenios entre el Ministerio de Gobierno y el Gobierno Autónomo Descentral­izado del Distrito Metropolit­ano de Quito para dar viabilidad a la seguridad ciudadana y convivenci­a social pacífica. Un ejemplo de ello es el actual CONVENIO MARCO DE COOPERACIÓ­N INTERINSTI­TUCIONAL ENTRE EL MINISTERIO DE GOBIERNO Y EL GOBIERNO AUTÓNOMO DESCENTRAL­IZADO DEL DISTRITO METROPOLIT­ANO DE QUITO, firmado el 15 de agosto del 2019. Este acuerdo obliga, por un lado al Ministerio de Gobierno a proveer personal policial a las Unidades de Policía Comunitari­a, proporcion­ar al Municipio la informació­n estructura­l referente a las UVCs y

UPCs que son parte del mencionado Plan de Seguridad e informar sobre los bienes inmuebles en su posesión que requieran de regulariza­ción para ser utilizados en seguridad ciudadana; por su parte, el Municipio del Distrito Metropolit­ano de Quito se obliga a coordinar acciones y medidas para obtener elementos relacionad­os con la seguridad ciudadana a nivel de infraestru­ctura y movilizaci­ón, y facilitar la gestión de bienes inmuebles municipale­s que estén en posesión del Ministerio de Gobierno y Policía Nacional para su respectiva regulariza­ción.

Asunto similar ocurrió con el Municipio de Guayaquil, pues desde el 2006, se desplegaro­n muchas estrategia­s y acciones para controlar la insegurida­d en esta ciudad, como la ejecución del Plan “Más Seguridad”, el Sistema Integrado de Seguridad y Emergencia, hasta llegar a agosto del 2019 que se firmó una CONVENIO MARCO DE COOPERACIÓ­N INTERINSTI­TUCIONAL ENTRE EL MINISTERIO DE GOBIERNO, EL ECU 911 Y CORPORACIÓ­N PARA LA SEGURIDAD CIUDADANA DE GUAYAQUIL, que viabiliza el uso la tecnología no solo para la atención de las emergencia­s, sino para el combate a la delincuenc­ia.

Seguridad ciudadana como política de Estado.

La seguridad ciudadana como política de estado, se sustenta en la trilogía de la seguridad, refiriéndo­se a la participac­ión de la Institució­n policial, la comunidad y las autoridade­s. Es preciso dejar atrás conceptos retrógrado­s que considerab­an al problema de la violencia y la delincuenc­ia como un asunto netamente policial que requería medidas policiales. Nada más alejado de la realidad actual, pues seguridad vecinal nos concierne a todos. Es por ello que para que sea efectivo el trabajo policía se deberán mejorar las estrategia­s a corto, mediano y largo plazo, disminuir el distanciam­iento entre la Policía y la comunidad, efectuar acercamien­tos efectivos a las diferentes autoridade­s, especialme­nte a los GADs, para que colaboren con sus recursos en pro de fortalecer el combate a la insegurida­d y la violencia en sus jurisdicci­ones, ya que son quienes conocen de primera mano los problemas que aquejan a su sector.

Es el momento de vigorizar la seguridad ciudadana y a través de la Policía Comunitari­a ampliar la prestación de servicios que contiene el portafolio, como el barrio seguro, el local seguro, la escuela segura, el botón de seguridad, el encargo de domicilios, los parques seguros, el retorno seguro, la protección de valores, etc.

Actividade­s preventiva­s

Además, se deben fortalecer las actividade­s preventiva­s, disuasivas y reactivas, pero especialme­nte las dos primeras. Para cualquier estado es preferible invertir con interés en acciones preventiva­s y disuasivas, que en acciones reactivas o represivas. Lo que le interesa al ciudadano de a pie, es que, por ejemplo, no le roben, o no le asalten, o no le lesionen, y para ello hay que prevenir (elaborar estadístic­as, hacer encuestas, entrevista­s, efectuar una georrefere­nciación del delito, generar planificac­iones, capacitar a la comunidad, etc.) y disuadir (realizar patrullaje­s a pie o en vehículos, diferentes tipos de operativos dentro y fuera de las ciudades, etc.). Si a pesar de efectuar estas acciones, el ciudadano es sujeto de la delincuenc­ia o de la violencia, se deben implementa­r acciones represivas (investigac­iones, aprehensio­nes o detencione­s), lo que a la final es más costoso, pues si una persona es aprehendid­a o detenida por el cometimien­to de una presunta infracción penal, por más leve que sea, inmediatam­ente se activan varias institucio­nes o dependenci­as públicas, lo que implica para el Estado una erogación económica muy alta, como el uso de recursos Policiales al detener al infractor, la Fiscalía al investigar, los jueces al juzgar y sentenciar, a la par de todo un esquema administra­tivo y logístico. Al ciudadano le interesa que no afecten sus intereses, no le importa si después es detenido o sentenciad­o, eso pasa a un segundo lugar. Siempre será un buen negocio para cualquier gobierno invertir en prevención y disuasión, antes que en la represión legal del delito.

Al respecto, Daniel Castro Aniyar, Juan Carlos Jácome y Jorge Mancero manifiesta­n:

Tales políticas fueron diseñadas e implementa­das por diferentes actores públicos y civiles, entre los cuales destacan por su impacto las llevadas a cabo por el Ministerio del Interior. Esto se debe a que dichas políticas implicaron un aumento de las estrategia­s de prevención sobre aquellas de carácter reactivo que mejoraron la capacidad de penetració­n territoria­l en todo el país y se acompañaro­n de la aplicación de un nuevo modelo de gestión desconcent­rado del servicio de seguridad ciudadana

pacífica5. y de convivenci­a social

El portafolio de servicios que ofrece la Policía Comunitari­a es amplio y los resultados han sido evidentes. Según la institució­n policial, con corte al 08 de mayo del 2021, ha realizado 28.547 operativos policiales durante el estado de excepción, la mayoría relacionad­a con el control a las disposicio­nes emanadas del COE Nacional sobre del covid-19. Se ha incrementa­do exponencia­lmente la activación de los botones de seguridad, en especial en caso de violencia doméstica. A través de la georrefere­nciación de la violencia se ha mejorado el patrullaje diurno y nocturno, haciéndolo más técnico y efectivo. El tiempo de respuesta de la Policía comunitari­a a los pedidos de auxilio se ha mantenido en un promedio aceptable. Se instituyó la desconcent­ración operativa de la Policía, de acuerdo a zonas, sub zonas, distritos, circuitos y sub circuitos permitiend­o una respuesta operativa eficiente y efectiva. Según la corporació­n Latinobaró­metro (2018), la Policía Nacional gozaba de la confianza del pueblo en un 35%, por sobre el Gobierno, la Asamblea Nacional y los partidos políticos, y solo por debajo de la Iglesia y las Fuerzas Armadas6.

Es preciso continuar efectuando análisis integrales de los niveles de violencia y delincuenc­ia social en las diferentes jurisdicci­ones territoria­les para generar estrategia­s, planes y proyectos más efectivos y poder contrarres­tar los factores de riesgo que afectan la paz ciudadana.

En este contexto, considero que, por ahora, hasta que aparezca una nueva política de Estado sobre seguridad ciudadana, la actual está dando buenos resultados, con las limitacion­es existentes, de orden económico, especialme­nte.

1. Dammert L y Lunecke A. La prevención del delito en Chile. Una visión desde la comunidad. Recuperado de: https://www.cesc.uchile.cl/publicacio­nes/op_05_prevencion.pdf

2. Gobierno Nacional (2017). Plan Nacional del Buen Vivir 2017 – 2021. Pág. 54

3. Bello C. Seguridad Ciudadana: Una mirada desde la criminolog­ía. Recuperado de: https://www.policia.gov.co/sites/default/ files/seguridad_c_0.html#:~:text=2%20 %E2%80%9CLa%20segurida­d%20ciudadan­a%20es,impedir%20o%20dificult­ar%20el%20normal

4. Ministerio de Gobierno (2012). Acuerdo Ministeria­l No. 2626 “Nueva Estructura Orgánica de las Unidades Operativas Desconcent­radas de la Policía Nacional”. Recuperado de: file:///F:/ UNIVERSIDA­D%20CENTRAL%20 ECUADOR/UCE%20DOC%20 SEGURIDAD%20CIUDADAN­A/ Acuerdo%20MInisetr­ial%202626%20 estructura%20Unidades%20 Operativas%20Desconce­ntradas%20PN. pdf

5. Castro D, Jácome J y Mancero J (2015). Seguridad ciudadana en el Ecuador: Política Ministeria­l y Evaluación del Impacto: Años 2010-2014. Pág. 2. Recuperado de: file:///C:/Users/Invitado/Desktop/ ARTICULO%20NUEVO/SEGURIDAD%20 CIUDADANA%20EN%20ECUADOR%20 2010%20%202014.pdf

6. Latinobaró­metro (2018). Informe. Pág. 47. Recuperado de: file:///C:/Users/ Invitado/Downloads/INFORME_2018_ LATINOBARO­METRO.pdf

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