TRES AÑOS VIVIENDO EN UN ALBERGUE El invierno de 2016 obligó a evacuar a 1.200 esmeraldeños. La zona sigue sin intervenirse.
Ya pasaron tres navidades y un terremoto desde que 11 familias dejaron sus casas. Hasta hace cinco meses eran 18, pero tres se fueron donde familiares y cuatro a viviendas de bambú, donadas por una fundación. Entre los que se quedaron están tres niños que nacieron en el albergue, donde funcionaba una escuela.
Abelito, de 20 meses, nació en el albergue y juega indiferente al encierro. 11 amigos y primos se suman a sus jornadas de alegría. En la lista está Javier, el hijo de Mayvelin Charcopa, una de los damnificados, quien a sus 23 años sueña ser sicóloga y tener una casa propia.
El 19 de este mes su pequeño cumplirá 9 años. Y seis días después se conmemorarán tres años desde que el río Teaone, el segundo más grande de la cuidad de Esmeraldas, se desbordó, provocando destrozos en los barrios: Propicia 1, islas Luis Prado Viteri, Pianguapí, Luis Vargas Torres y 50 Casas. En este último sector vivía de Mayvelin.
El 25 de enero, cuando ocurrió la tragedia, el agua con lodo llegó hasta la casa de Dóroci, la dueña de una tienda de víveres, que tenía dos congeladores, una repisa de madera y dos perros.
Ella vive en 50 Casas, a unos 30 metros del Teaone, pero no puede olvidar la fecha en que el afluente “enfureció” e ingresó con fuerza por la puerta y ventana de la casa de madera elevada a 1,5 metros de la calle sin asfaltar.
“Tardé un mes en sacar el lodo. En esa época llovía y llovía”, recuerda la mujer, quien optó por buscar posada donde una vecina y no ir a los albergues habilitados hace tres años para los afectados por el invierno.
“¿Qué hago en un albergue? ¿Esperar a que el Gobierno nos ayude? Esa ayuda nunca llega. Ya son tres años y todavía hay gente en el albergue, esa es la prueba”, lamentó.
“Ya estamos cansado de estar aquí (en el albergue) algunos vecinos (Isla Piedad) nos tiran piedra. Nos gritan ¡lárguense! Todo porque quieren jugar en la cancha de la escuela”, refiere Jacinta Charcopa.
Por lo que viven a diario, la mujer pide ayuda sicológica y laboral para todos en el albergue. Asegura que, aunque pueden lucir adaptados a los tres bloques de aulas escolares con tres letrinas, las cosas son difíciles. Explica que una de las letrinas colapsó y que la paciencia de los damnificados se agota, pues a diario reniegan de las promesas incumplidas de autoridades y políticos. La esperanza de tener una casa tomó fuerza hace un año, cuando los llevaron en un bus a las 5,4 hectáreas del un terreno ubicado frente a la ciudadela Los Judiciales, al sur de la ciudad, en la vía a Atacames. Se les dijo que antes de 2019 ya estarían fuera del albergue.
“Ya se olvidaron de nosotros. ¡Qué pena! Ya vamos a cumplir tres años en el albergue”, protestó Mayvelin Charcopa. Ella, al igual que las demás mujeres del lugar, dependen del trabajo ocasional que encuentran sus esposos para solventar los gastos, ya que las raciones alimenticias hace mucho tiempo dejaron de llegar.