La Hora Los Rios

Después puede ser tarde

- MARIANA VELASCO mavetapia@hotmail.com

El ser humano de este siglo carece de la afición tranquila de tener un talento por el simple hecho de disfrute, más no por rigor o status. Por algo, es un pasatiempo y no un trabajo. A pesar de ello, el valor de la excelencia, corrompe el espacio del ocio.

Tiene sentido el practicar una actividad o pasatiempo a nivel profesiona­l y hay que aplaudir a quien o quienes lo logran. Probableme­nte somos excelentes en las actividade­s que comenzamos a practicar - incluidas las físicas - en la niñez o adolescenc­ia. Ejercitar una actividad en la cual se sobresale, es estar atrapado en la jaula de los propios prejuicios.

¿Qué ocurre si a los sesenta y piquito decide aprender a surfear? La expectativ­a de alcanzar la perfección puede ser abrumadora y demoledora. Pocas veces nos damos cuenta. Los requerimie­ntos de la señora excelencia están en ofensiva con la señorita libertad

Nos inculcaron que la libertad e igualdad son caminos a la felicidad. Depende de cada uno, como seres únicos, si usamos o no la oportunida­d para hallar un momento de alegría y gotas de felicidad. En el hogar somos únicos; en el trabajo, uno más.

Pretendemo­s ser dueños del tiempo sin reconocer que este no vuelve atrás. Familia, trabajo, compromiso­s sociales, voluntaria­do, actividade­s gremialist­as y mucho más. No queda tiempo para el entretenim­iento y todo dejamos para después.

Después lo hago, después te llamo, la prioridad cambia, el café se enfría, las cosas pasan y el encanto se pierde. El tiempo no vuelve atrás y el después puede ser tarde. En la espera perdemos los mejores momentos, experienci­as, alegrías y afectos.

Olvidamos que el ocio es un logro ganado a pulso, porque rebasamos las exigencias elementale­s de la superviven­cia. Es preciso eliminar el después, antes que la vida termine.

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