De lo personal y de lo público
Soy de las personas que prefiero morir con las botas puestas a ceder en mis convicciones. En base a eso decidí dejar la reportería política provincial y local desde la radio donde venía laborando debido a que no podré, por el respeto que me guardo como profesional en primer lugar, llamar alcalde y prefecto a quienes -a vista de todos- entraron de manera ilegal y con claros indicios de fraude a las alcaldías y prefectura.
Para mi fortuna no llegué al periodismo obligado por situaciones económicas o laborales apremiantes, sino por la pasión que le guardo al mejor oficio del mundo desde antes de tener uso de razón. Gracias a Dios, por el hogar que provengo, luego por mis diferentes actividades, siempre he tenido un nivel de vida decente y con relativa holgura. Por lo consiguiente puedo prescindir de una de mis actividades, procurando fortalecer otras (el periodismo de opinión, por ejemplo).
Mi formación familiar y luego la de un autodidacta -la cual valoro más que mi cuarto nivel académico- me ha permitido mirar de frente a cualquiera sin lisonjearías a nadie.
Vacunado contra la estupidez he podido entrevistar, sin llegar a una afinidad y menos a la amistad, a tanto imbécil arribado a la función pública por A o B motivo, también a corruptos que se atrevieron y atreven a dar lecciones de honestidad y hasta quienes poseen fichas policiales y ahora resultan ser los Torquemada de la inquisición política.
A todos ellos les debo haberme corroborado que en la política local es la ignorancia con su violenta verborrea, la inmoralidad, el burdo atrevimiento y la sinvergüencería, los “méritos” para lo que llaman “éxito” político.
De no ser así como concebir que la valoración de ciertos “electos” al elegir su equipo de trabajo no esté en la calidad profesional, intelectual o moral de quienes lo acompañen o representen, sino en la corrupta complicidad, agresiva idiotez, mediocridad o carencia de dignidad de que hacen gala. Antivalores que los empujarían hasta vender la propia madre por un puesto en una alcaldía, prefectura o en cualquier función pública.