Corrupción e impunidad
Estamos realmente absortos ante la ola delincuencial que, en la actualidad, azota al mundo y, principalmente a nuestro país, cuyos robos y latrocinios se están evidenciando con más saña, desfachatez y osadía en esta época tan cruenta y difícil que nos ha tocado vivir y en la que, hoy más que nunca, se supone que los sentimientos de generosidad, altruismo, respeto y solidaridad, deberían aflorar.
Casi a diario, nos enteramos de las denuncias, allanamientos, evidencias, testimonios y ‘supuestas’ capturas que están a la orden del día. Sin embargo, jueces, fiscales e incluso contralores, se hacen de la ‘vista gorda’. Parece que tan solo son ‘distractores’ para mantenernos entretenidos mientras, por otro lado, los delincuentes continúan saqueando las arcas fiscales, patrimonio de todos los ecuatorianos cuyos aportes son producto de mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio.
Bien se dice que “la justicia es para los de poncho” y eso lo evidenciamos a diario, pues los ‘peces gordos’ están prófugos, desaparecidos, ubicados en embajadas y disfrutando de sus bienes y fortunas mal habidas a través de testaferros y paraísos fiscales. Para ellos no existe la prisión preventiva y, para amainar la ira del pueblo, se conforman tan solo con otorgarles el arresto domiciliario con grillete y llave incluida para facilitar su fuga. Estamos completamente seguros de que si se estableciera un record mundial de impunidad, no dudaríamos en obtener el primer lugar.
Éste, queridos compatriotas, es el país de Ripley, o ‘ Tierra de nadie’.
Fabiola Carrera Alemán