DEL POPULISMO, LO SUFICIENTE
En medio de pronósticos un tanto sombríos sobre la economía ecuatoriana de los dos próximos años, el Ejecutivo deberá elaborar el presupuesto de 2019. Se habla de mantener la austeridad estatal y propiciar la inversión extrajera. Algún analista advierte sobre la necesidad de hacer “proyecciones sustentadas y realistas sobre los ingresos y gastos”, es decir, un debido balance entre ambos.
Cómo tener mayores ingresos es, efectivamente un problema, pero otro es eliminar subsidios socialmente improductivos, algunos de los cuales no están relacionados con los combustibles. Vale más el conservadurismo y la prudencia, que dejarse llevar por lo especulativo o aquello que la experiencia nos permite ver como “aventurerismo” económico y político. El precio del petróleo, por ejemplo, pudiera llevar- nos a ilusiones engañosas. Sin embargo, no se debería olvidar el principio de que la economía está para servir a las personas y no las personas para servir a la economía. Que el desarrollo se refiere a las personas, no a las cosas. Que el crecimiento no es lo mismo que desarrollo. Que ningún interés económico, bajo ninguna circunstancia, puede estar por encima de la reverencia por la vida.
Es deseable superar la crisis de la forma más “socialmente indolora” posible. Modular el endeudamiento interno y el externo, evitar el despilfarro y la imprevisión, disminuir sustancialmente el desempleo y atajar a tiempo cualquier tipo de corrupción que el Presupuesto pudiera propiciar, aunque sea involuntariamente, son líneas rojas. Del populismo en la economía ya sabemos lo suficiente.