La Hora Quito

TELENOVELA PERUANA

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Apenas una semana después de perder el indulto que lo había sacado de prisión, el expresiden­te peruano Alberto Fujimori contempla -casi agónico- cómo sus hijos y herederos políticos están a merced de la justicia, igual que él. Este es el guión de una antigua serie:

Su hija Keiko, cuyo partido domina el Congreso, fue detenida por un supuesto aporte ilegal de 1,2 millones de dólares de Odebrecht a su campaña electoral en 2011.

Y Kenji, el menor de la casa, quien perdió su curul parlamenta­ria en junio, enfrenta cargos de cohecho y tráfico de influencia­s por intentar salvar de la destitució­n al entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció en marzo.

El cisma familiar se gestó en diciembre cuando el Congreso votó un pedido de des- titución de Kuczynski, por mentir sobre sus lazos con Odebrecht.

Keiko quería a toda costa echar a Kuczynski, pero Kenji le lanzó un salvavidas, al abstenerse en la votación junto a otros legislador­es leales.

Tres días después, Kuczynski indultó al expresiden­te, gesto interpreta­do como pago a Kenji, quien se había esmerado en conseguir la liberación de su padre, a diferencia de su hermana, que se había manifestad­o cauta, por temor a que ensombreci­era su liderazgo político.

El asunto es que los Fu ji mori siguen marcando la agenda política peruana, aunque han pasado 20 años desde que el padre se marchó a Japón, la tierra de sus ancestros, y envió su renuncia a la Presidenci­a por fax. Ahora, como en una telenovela, las ambiciones han roto la unidad de la familia, a pesar de los lamentos del patriarca.

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