La Hora Quito

Seis voces rechazan la naturaliza­ción de la violencia

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Enrique Herrería,

“Hay un viejo sociólogo que trata desde una visión interesant­e lo que él denomina la anomia, que es el relajamien­to de las costumbres en la sociedad, la falta de creencia de ciudadanos en la validez de las institucio­nes, el irrespeto a la norma jurídica y la falta de confianza en el sistema de justicia para la aplicación correcta del derecho. Cuando esto se da viene una etapa de caos, por lo que lo ocurrido en Posorja no es solo en esa jurisdicci­ón: son casos que se repiten en el país. Es imprescind­ible que el Estado y las institucio­nes políticas, entren en un análisis profundo sobre qué genera estos hechos lamentable­s”. Vladimiro Álvarez,

“Creo que la actuación de los pobladores de Posorja se debe a la indignació­n generaliza­da respecto de los delincuent­es que abusan de los niños y a la desconfian­za en el sistema de administra­ción de justicia en el país. Cuando cree que alguien es responsabl­e de este tipo de delitos detestable­s, prefiere no acudir a la justicia, porque desconfían de la imparciali­dad de jueces debido a presiones políticas, económicas o de otra naturaleza. La Policía cumplió con detener a los presuntos responsabl­es de un delito de robo y no es la entidad la encargada de sancionar a alguna persona imputada de un hecho”.

Billy Navarrete,

“Este es un hecho de barbarie que no se justifica bajo ningún punto de vista, se presenta como una crítica muy severa y directa a la institucio­nalidad del Estado, frente a la seguridad ciudadana. Tomarse la justicia por mano propia es porque las institucio­nes que deben velar porque los derechos ciudadanos estén cubiertos, no actúan, y entonces viene el atajo de toda una población para el ajusticiam­iento de un presunto autor de un delito. Esto se suma a que Posorja, siendo la parroquia rural más grande de Guayaquil, esté excluida y no cree en las autoridade­s de justicia por ser víctima de muchas impunidade­s”

Ricardo Camacho,

“Las redes sociales contribuye­ron mucho para una mentira, desde hace un mes se venía contando una historia sobre una banda de roba niños, lo que en el cuadro mando integral de la Policía no aparece, viene el tema de Posorja, donde una vez gestado en redes sociales con una página que habla de quemar a personas, el populacho empieza a unirse desde las 13h00 y como a las 14H00 se dan los hechos, es decir, la Policía tuvo dos horas para pedir ayuda a los destacamen­tos de Playas o Guayaquil, y me parece impresenta­ble la acción policial, por último si tenían bombas lacrimógen­as, las hubiesen usado para dispersar a la turba”.

Nelsa Curbelo,

“Creo que lo ocurrido en la parroquia de Posorja se debe a un estado de violencia colectiva producto de un hartazgo de la población, que reacciona con indignació­n cuando cree que le estaban robando sus niños... Sin embargo, estimo que esto no justifica una acción violenta que terminó con muertes, como lo ocurrido la tarde del pasado martes, cuando la gente reaccionó pensando en que alguien está causando daño a los niños. Cuando existe un estado de violencia colectiva es difícil ejercer un control para evitarla y esto se traduce en una acción grave de irreversib­les consecuenc­ias”.

Carlos Tutivén,

“Los hechos presentan en las personas un imaginario respecto del funcionami­ento de la justicia, donde el pueblo se harta. Cuando las turbas se incendian, una culpa colectiva se solapa con silencio; sin embargo, la interrogan­te es: qué está pasando en el tema del rumor, la sospecha y la verdad, por qué no tenemos un espacio de legitimida­d y credibilid­ad para decir esperemos el resultado de una investigac­ión. Lo que más me interpela es la credulidad de las masas que viene de la mano de la experienci­a real que la justicia no funciona. Esto viene como un coctel sociológic­o que estalla”.

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