Delitos en Educación
Lo ocurrido en educación en diez años de “revolución ciudadana” fue funesto y deplorable. El mismo Presidente de la República ha sintetizado: “Hay delitos en… educación, mejor dicho: ¿en dónde no hay delitos?”. Elevados a esa categoría de culpa y quebrantamiento de la Ley, solo le queda pensar en acciones y no en discursos, en denuncias y no en ofrecimientos, en pedidos de investigación e intervención legal.
Aparte de los problemas de infraestructura ya conocidos, hay otros: textos, alimentación, consultorías y también excesiva burocracia, ya comentada desde esta misma columna, que han perjudicado a niños, jóvenes y a toda la sociedad.
La educación: ahora, se mueve todo o casi todo, alrededor de una equivocada política. Desde el Ministerio con anuncios de paños empapados de tibieza propagandística, desde la Asamblea con una Comisión que ofreció entregar para octubre reformas a la Ley y desde un sindicato -Red de Maestros- que se preocupa en apoyar a un exvicepresidente en prisión y a conspirar contra el Gobierno convocando a movilizaciones.
Es decir, como que todos dan la razón a Bernard Shaw: “A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos seguido por las mismas razones”. Felizmente en el tema educativo, no siempre prioritario y poco leído, hay personas que no necesitamos cambios, no estamos en silencio, con firmeza comentamos y reclamamos, creemos ser aporte y no obstrucción.
Con ideas: auditoría educativa integral, escuchar criterios de ex ministros, vigencia del Consejo Nacional de Educación, reformas para que el bachiller no tenga que acudir a cursos pagados o a preparatorios preuniversitarios, involucramiento serio a los padres de familia en el sistema, transparencia en la rendición de cuentas, producción de currículos flexibles con la promoción de valores sociales, control exhaustivo de la calidad del gasto y no para la corrupción y un Ministerio limitado en instancias burocráticas para no duplicar acciones. Ante tantos “delitos”, señor Presidente, busque con quiénes realizar los cambios.
fabcueva@gmail.com
-Danny Emelec:
Los seudónimos utilizados han sido verificados por La Hora, con sus respectivos nombres y correos electrónicos.
de cualquier cosa. Sin embargo, tal viveza no era exclusiva de criollos, sino de las autoridades que odiaban el trabajo, la organización social y toda acción que pudiera involucrar su participación, peor aún de alguna actividad física que demande gran esfuerzo y sacrificio.
La viveza criolla se caracteriza por su permisividad, pues padres, amigos y compañeros de trabajo aplauden e incentivan el atajo cuando se trata de lograr cualquier objetivo como meterse en la cola sin pedir permiso, lanzar el auto para ganar unos metros de calle, evadir la Ley para pagar menos impuestos, copiar un examen, hacer “cuentas alegres” o sacar tajada de la más mínima cosa. Cuando la viveza criolla inicia en casa es un termómetro de que la sociedad desvío su rumbo.
La corrupción tiene su germen en la viveza criolla con el riesgo de que se naturalice y la sociedad pierda la condición de generar anticuerpos. La viveza no puede quedar en lo anecdótico y risible, sino más bien en una posibilidad de mirarnos al espejo como sociedad en términos de quiénes somos, qué hacemos y hacia dónde queremos llegar como país.
cesarulloa77@gmail.com