La calle en la que mandan los payasos
De lunes a viernes, payasos llegan a la Plaza de San Francisco para ofrecer sus servicios de entretenimiento.
Venga, aquí le traemos al mejor payaso para que se ría hasta que se le caigan los dientes”. Así es como Marcos Baquerizo, conocido como ‘Gusanito’, atrae la atención de los caminantes que recorren la Plaza de San Francisco para ofrecerles “más que un servicio de entretenimiento, momentos de risa que compartir con familia o amigos”.
Sobre la calle Bolívar, entre Benalcázar y García Moreno, más de 20 artistas acuden de lunes a viernes para conseguir algún evento. A la espera de los clientes que visitan las tiendas de artículos para fiestas, de 10:00 a 18:00, se los puede encontrar con su credencial y un álbum de fotos que da una muestra de su experiencia.
“Los precios varían entre 50 o 60 dólares la hora. Pero depende mucho de la experiencia del payaso y lo que se quiera en el ‘show’. Tenemos opciones para todas las edades, niños y adultos”, explica Wilmer Mayorga, más conocido como ‘ Chistorete’. También hay especialistas en malabarismo, monociclo, pintucaritas, entre otras.
Testimonios
Varias historias se escuchan entre los profesionales del arte de circo que acuden a este punto. En en ocasiones, cargan un pasado complicado que han podido superar gracias a su oficio. ‘Gusanito’, uno de los más sonrientes, es uno de ellos.
Él, oriundo de Machala, tuvo la primera experiencia como payaso hace más de 25 años. Su padre y sus hermanos compartían su pasión por hacer reír a la gente y le inspiraron para elegir el oficio.
“Durante alrededor de cuatro años pase de evento en evento. Conocía muchas personas y, de a poco, logré tomar fuerza en mi ciudad”, detalla. Un día, en compañía de dos de sus compañeros de ‘show’, decidió salir a la capital para llevar su humor y las risas un paso más allá. “Llegamos a Quito en febrero de 2000 con el objetivo de darnos a conocer y ganar dinero”, cuenta.
Al llegar, abrirse paso en los hogares quiteños no se le hizo fácil. No encontró eventos durante meses pese a que salía todos los días a la calle para ofertar sus servicios. Esto lo llevó a vender en los buses junto con sus compañeros.
Esto lo ayudó a sostenerse durante algunos años. Sin embargo, el estilo de vida de la ciudad, le condujo al consumo excesivo de alcohol, entre otras sustancias que, en medio de la conversación, prefirió no recordar. Para ese entonces, Baquerizo contrajo matrimonio con una quiteña y tuvo dos hijos. Sus desventuras, entre tragos y vicios, le llevaron a perder su hogar, “uno de los golpes más fuertes”.
“Vagué durante algunos meses buscando hacer unos centavos para terminar el día con algo en el estómago”. Sus labores diarias se dividían entre la venta ambulante y los momentos para “ahogar las penas con alcohol”.
La situación tomó un giro cuando encontró un lugar donde los payasos trabajaban y conversaban. Un lugar donde su oficio era algo más común. En la calle Bolívar encontró “la sede de los payasos”. “Aprendí que allí iban a conseguir ‘chauchas’ con clientes nuevos y conocidos”.
Baquerizo conoció a Felipe Bustillos, actual presidente de una de las asociaciones de payasos de Pichincha. “Él es uno de los payasos de trayectoria que, en su momento, me acogió y me aconsejó después de haberle contado todo lo que pasé”.
Sin embargo, en los últimos años, los ingresos ya no son suficientes; por lo que ha tenido que optar por dedicarse al comercio y tomar al oficio de las risas como un pasatiempo.
Crisis
“Ahora las personas ya no buscan a los payasos como a tes. Hace 20 o 30 años me cuentan que era tradición que la gente que necesitaba entretenimiento para fiestas infantiles venga a San Francisco a buscar payasos. Hoy, muchas veces, se pasan semanas o meses sin ningún evento”, comenta Baquerizo.
Esto, según ‘Chistorete’, ha decantado en que menos payasos salgan a trabajar. “Ahora vestidos normalmente porque este no es el único trabajo que tenemos”. Algunos de sus compañeros han dejado el oficio, debido al sacrificio que les conlleva o, porque la edad no les permite continuar. Pero, ellos junto con ‘Pechuguita’, ‘Pizarrita’ y ‘Tipitín’ continúan en el arte que les apasiona.
Otra razón de la crisis es el aparecimiento de nuevos servicios de entretenimiento. Por eso, los payasos exhortan a optar por las opciones tradicionales y darse “una vuelta por San Francisco para conocer a algunos de los payasos más divertidos del país”.
Su despedida, algo peculiar, se acompaña de una rima y un mensaje a los quiteños. “Muchas gracias por venir a verme. ‘Chistorete’ se despide con una pequeña canción, hasta la próxima amiguitos, los llevo en el corazón”. (ECV)
TOME NOTA
Para información de costos y ofertas puede comunicarse al 0987253405 o acercarse a la Plaza de San Francisco.