2.776 niños inyectan alegría al Montúfar
Desde este año, el emblemático colegio del sur se transformó en unidad educativa.
Los exteriores del colegio Montúfar, ubicado en la avenida Napo, en el sur de Quito, lucen diferentes.
Las mochilas con la imagen del hombre araña o de algún otro personaje de cómics o dibujos animados son la muestra de que la emblemática institución, fundada en 1941, se ha transformado en unidad educativa.
Actualmente, a las voces de los adolescentes se suman las risas agudas de los niños que pertenecían a dos escuelas del sector: República de Brasil y República de Argentina; que se fusionaron para ser parte del Montúfar.
Adecuaciones
Más 160.000 dólares se invirtieron en las obras de adecuación de infraestructura educativa. Los trabajos incluyeron la repotenciación de un bloque de 14 aulas con cambio de cerámicas, pisos, ventanas, rejillas, cubiertas y cielos rasos. Además, se construyeron tres aulas, baterías sanitarias y una cancha de uso múltiple, que será de acceso exclusivo para niños.
Los espacios renovados están situados en la parte posterior del plantel y desde este año reciben a 2.776 chicos pertenecientes a los niveles de primero de Básica, Educación Básica Elemental, Media y Superior. En total, la unidad educativa tiene 4.594 estudiantes, entre Básica y Bachillerato, que rinden honores a los colores azul y rojo del conocido ‘Montufar Señor’.
“Señores pocos, patrón cualquiera, era nuestra respuesta por la rivalidad sana que teníamos con el Mejía. Por el fútbol, el básquet o la banda de guerra, nada que dañe a nadie”, explica Xavier Díaz, egresado de la institución al mirar que su sobrino de 9 años es ahora parte de la institución. “La verdad fue una grata coincidencia, mi experiencia en este colegio fue valiosa y sé que para mi sobrino será igual”.
Otro exalumno, David Castro, considera positivo que se amplíe la oferta a los primeros niveles. “El Montúfar se ha destacado por ofrecer educación de calidad”.
Castro, sin embargo, dice que será difícil quitarse la costumbre de llamarlo colegio experimental para decirle unidad educativa.
“Creo que así sonaba más chévere”, comenta entre risas el joven que actualmente estudia ingeniería mecánica en la Politécnica Nacional.
Con timidez, Gabriel Corrales, de quinto de básica, señala que le gusta su nueva institución, así como el uniforme. Cuenta que su mamá le dijo que ahora su nueva escuelita se llama Montúfar.
Desafíos
Fernanda Yépez Calderón, erón, subsecretaria de Educación n del Distrito, indica que han trabajado abajado con docentes y autoridades des previo al inicio a clases, en una na caravana educativa llamada da ‘Juntos soñamos, juntos construimos’, struimos’, donde prepararon a los maestros con herramientas s educativas digitales para el aula, y con insumos para construir una na escuela y el colegio integrales.
Miguel Ángel Chora, rector del colegio, dice e que esto significa un logro gro para toda la parte sur ur occidental de la ciudad. d. Esto, porque los niños s que iban a escuelas del l sector no disponían n de las instalaciones s necesarias para sus actividades.
Para Chora, transformarse en unidad educativa es un reto grande. “Falta mucho por hacer. Tenemos estructurado el arranque”.
El rector afirma que muchos padres se muestran contentos porque el Montúfar abre sus puertas a los más pequeños. Sin embargo, algunos están inconformes por la distribución del alumnado porque pensaban que se les iban a ubicar de acuerdo con la jornada matutina en la que asistían a las escuelas anteriores. Ahora hay quienes tendrán clases por la tarde.
En cuanto a los docentes, Chora señala que de las dos escuelas que se integraron al Montúfar, “quedaron sobrando cerca de 20 profesores” por lo que están a la espera de la disposición o alternativa que da el Distrito para saber dónde serán reubicados o cuál será su carga horaria (AVV).