Aislamiento es una utopía, para personas en tierra ajena
Los extranjeros que continúan en Ambato están obligados a salir para ganarse la vida en medio de la pandemia.
Si la vida de un extranjero era difícil antes de la emergencia sanitaria, la situación actual multiplicó por mil las carencias y necesidades que estas personas deben superar para sobrevivir.
Desde que el Covid-19 empezó a esparcirse provocando el cierre de negocios y el aislamiento de la mayoría de la población, las oportunidades laborales no solo disminuían para los ciudadanos nacidos en este país, sino también para quienes huyeron de su tierra natal en busca de días mejores.
Antes de la pandemia la falta de empleo hacía que decenas de migrantes opten por vender caramelos, postres, entre otras cosas para sobrevivir, pero sin personas en las calles por las normas de distanciamiento que se adoptaron a mediados de marzo todo empeoró.
Luchar
Anderson es un joven venezolano de 28 años que llegó al país hace un año y ocho meses, siempre se ha desempeñado como vendedor ambulante para mantener a su esposa e hijo.
“Antes el trabajo me alcanzaba para vivir aquí un poco tranquilo, ahora tratamos de vender algo, pero con la pandemia todo está más complicado para todos”, dijo.
Este joven contó que para él es imposible quedarse en casa, ya que, si no sale a vender, no tiene para comer, es por eso que arriesgando su salud debe laborar en la calle usando únicamente una mascarilla que compró hace tres meses por un dólar.
Anderson contó que todos los días trabaja “hasta que se pueda” por el tema del toque de queda, su día a día transcurre en las calles en medio de otros comerciantes informales que también buscan ingresos para sus familias en distintos puntos de la ciudad.
Caridad
Josselin es otra mujer extranjera que llegó hace ocho meses al país junto con su esposo e hijo pequeño, antes de la emergencia ella trabajaba atendiendo un local ubicado en Huachi Chico, con cuyo sueldo podía sobrevivir.
Actualmente está desempleada y sin ninguna oportunidad laboral, razón por la cual optó por salir a pedir caridad en las calles del centro de Ambato.
“Para mi es imposible quedarme en la casa por la pandemia porque tengo que salir a buscar dinero para comprarle comida a mi hijo”, indicó.
Esta mujer que pasa el mayor tiempo de su día en la calle no tiene gel, alcohol, ni siquiera mascarilla para protegerse del virus que sigue cobrando vidas a nivel mundial.