¿Tiene futuro el periodismo?
Es indiscutible que cambió el modelo de negocios para los medios de comunicación y les es necesario volver a financiarse a través de los lectores, como cuando nació el periodismo.
El financiamiento de inmensas organizaciones de noticias no ha sido fácil, pero los diarios más pequeños aún exploran nuevas soluciones.
No obstante, el buen periodismo, el que se ha desarrollado en los principales diarios, es indispensable para una sociedad democrática, pues esta entrega el gobierno a una mayoría, y requiere de un poder judicial independiente, un estado de derecho -que implica que nadie está por encima de la ley-, y la sujeción del poder a un marco constitucional que comprende el respeto a los derechos de las minorías. Eso incluye a la más pequeña de las minorías, el derecho de cada persona, los derechos humanos.
Para que todo aquello exista se requiere de una prensa libre que dé a conocer a quienes aspiran a detentar el poder y, a quienes lo logren, les exija rendir cuentas de sus actos. Al hacerlo, los periodistas ejercen su derecho a la libertad de expresión que es el que permite al ciudadano de a pie informarse del cumplimiento de todos los otros derechos constituyentes de la democracia.
De esta forma, se ha delineado una actividad profesional que se centra en los valores profesionales de la experiencia y el ánimo de buscar la noticia, descubrirla, verificar y corroborar cada frase y al menos aspirar a ser imparciales y objetivos, poniendo por encima de las convicciones personales del periodista los valores de la profesión. Ese periodismo de calidad se estudia, se aprende y se practica entre colegas que colaboran en la edición, el análisis de las historias y la relevancia del contexto. Y es muy distinto de la información que circula cruda, sin mayor preparación, por redes sociales.
El periodismo es una actividad indispensable para la sociedad y por ello habrá de continuar como otras –la música sinfónica o el transporte público—, que también han debido buscar hasta encontrar medios de financiarse compatibles con su quehacer.