No llores por mi Argentina
Lo que sucedió con el partido final de la Copa Libertadores, en Argentina, realmente provoca confusión de sentimientos y opiniones diversas, muchas de ellas desembocando en el estupor lleno de ira y vergüenza, por lo que una manada de desadaptados hicieron, provocando a que la Conmebol haya tomado una resolución, que grafica largamente que la corrupción invade todos los campos, mientras los corruptos no sean eliminados de todos ellos. Porque resulta difícil negar que ir hacia otro continente para evitar posi- bles desmanes en casa, y pagar millones de dólares y alquilar un estadio, donde jugar el partido final, es corromper la naturaleza de nuestra América y quedarse en la incapacidad de resolver problemas sociales amparados en la corrupción, sin asumir una investigación firme que le diga a toda la afición mundial lo que realmente ocurrió, que no es otra cosa que haber mandado al mismo infierno al cacareado ‘fair play’, gambeteados por intereses dirigenciales del equipo que podía sucumbir en la final, deportivamente hablando sin ambages, y que quiso llevarse la corona derrotando a su archirrival, como sea, integrado por sus hermanos de la misma nacionalidad y raza. Nada que hacer, se supone, frente a los mecanismos que transforman las contiendas deportivas en actos llenos de barbarie carentes de la mínima civilización y al deporte en batallas que ya han ocasionado muertes, pero que amenazan, con hechos como los ocurridos, acrecentar la mortandad en los estadios y coliseos construidos donde la contienda refleje lo que el deportista debe hacer correspondiendo al cariño y afición de sus semejantes . Andrew Lloyd Webber y Tim Rice fueron los compositores de una comedia musical, Evita, allá por la década de los ochenta del siglo pasado, donde quisieron dimensionar lo que Eva Perón significó para los desposeídos argentinos en la época del Gobierno de Perón y sus peronistas, ahora vale la pena rememorar la canción emblemática de la obra y decirles a los hinchas de Boca y River que lloren por su Argentina y no la cubran de vergüenza en el Bernabéu español, que con lo que ya hicieron sus dirigentes es suficiente, el fútbol merece seres de mayor relevancia espiritual y humana.