MAHUAD Y EL INDULTO
El barril de petróleo a siete dólares, una inflación del 60 %, caída de las exportaciones en un 40%, crisis económica internacional, cierre total del crédito, quiebra del sistema financiero y una población enloquecidapor el dinero, con el que monetizó sus activos para especular en el chulco bancario, con intereses de un 120 %, fue el escenario hace veinte años. Una de las más desastrosas debacles económicas que se recuerdan. En estas condiciones se dolarizó la economía. Hubo graves consecuencias humanas y materiales, que hoy los populistas magnifican.
Sin embargo, se triplicó la clase media, los salarios se multiplicaron por diez y el crédito se hizo accesible para los sectores menos favorecidos. Los agroexportadores se enriquecen por sus méritos y no por las devaluaciones con las que obtenían pingües utilidades y reducían los salarios no por reformas tributarias, sino por sus desatinos y poder político.
Hoy todos quieren ser padres o madres de la dolarización. La única verdad es la del Vicepresidente: se debe estar loco para negar sus beneficios. Así cree más del 90% de la población. A esto hay que sumar la paz con el Perú. No crecieron los gastos militares y los pueblos fronterizos pudieron desarrollarse. Se inició una reforma tributaria profunda para que todos paguemos impuestos.
Quien encabezó todo, el expresidente Jamil Mahuad, durante veinte años ha sufrido un largo y sacrificado exilio. En los juicios que le han seguido, jamás ha sido acusado de apropiarse de un solo centavo del erario nacional. Ninguno de sus ministros o altos funcionarios fue acusado de corrupción. En la última década, los no procesados por corrupción son excepción.
A pesar de haber sido absuelto en todas las instancias judiciales, por la presión política y la actitud pusilánime de la Justicia, se reabrió un juicio, violando el más elemental de los principios jurídicos, el de cosa juzgada: quien fue absuelto en última y definitiva instancia, no puede ser procesado nuevamente. Es justo que el Gobierno, haciendo uso de sus facultades constitucionales, disponga su indulto y este largo calvario termine.
Aunque sea un acto inútil, el esfuerzo que le pones se queda dentro de ti”.
HARUKI MURAKAMI ESCRITOR JAPONéS (1949) Las autoridades y la comunidad ya pueden manejar una sola propuesta”,
RAFAEL DáVILA E., PREFECTO PROVINCIAL