Cia! Emergen ¡ te en tierra Acciden
Alas 18:39 horas del viernes 23 de febrero de 1990 se escuchó por el anunciador del buque de investigación “Orión”: ¡médico al puente, esto es una emergencia! Y seguidamente: “repetido general, emergencia, repetido general”. Todos corrimos a nuestros puestos sin saber de lo que se trataba e inmediatamente se comenzó a levar el ancla. Estábamos en la Antártica, durante la segunda expedición.
Desde el campamento de Fort William, en donde se construía la estación científica ecuatoriana, el capitán de corbeta Homero Arellano informó por radio que el sargento Aurelio Montúfar había sufrido un accidente de trabajo. Mientras se encontraba en tareas de construcción, el disco de la lijadora eléctrica con la que trabajaba se desprendió y lo impactó en el ojo izquierdo, produciéndole una herida profunda que sangraba mucho. También tenía un corte menor en una mano. Indicó, además, que estaban tratando de detener la hemorragia con gasas que encontraron en el botiquín y que el accidentado estaba inconsciente.
Cabe resaltar que el médico no se encontraba a bordo y que el enfermero era el mismo herido, pues se había planificado que mientras uno de ellos estaba a bordo, el otro debía permanecer en el campamento. Y por mala suerte le sucedió el accidente, improvisándose muchos compañeros como enfermeros para auxiliarlo.
COMUNICACIÓN URGENTE
Tratábamos de tener comunicación con la base aérea chilena Teniente Rodolfo Marsh, para pedir un helicóptero que lo trasladara y así recibiera una urgente atención médica. Cuando tuvimos contacto de radio les pedimos que nos comunicaran con el comandante de grupo, Héctor Barrientos, jefe de dicha base. Le informamos lo sucedido y pedimos un rápido envío del helicóptero para que el herido fuera evacuado. No dudó un instante y luego de pedir el dato de la velocidad del viento en bahía “Chile”, zona del accidente, ordenó preparar un helicóptero.
A pesar de que teníamos una fuerza del viento que oscilaba entre 25 y 30 nudos, lo cual no es muy halagador para un piloto, el helicóptero venía en camino. Por nuestra parte navegábamos rumbo a Fort William, la distancia acostumbrada de más de tres millas, con la finalidad de que el médico prestara ayuda más efectiva y viajase en el helicóptero con el sargento Montúfar. Un helicóptero oportuno El helicóptero chileno apareció en el cielo y a las 19:20 horas aterrizó en Fort William, antes de que el “Orión” arribara, a pesar de que se navegaba con máquinas “a full”: 280 RPM. Por radio indicaron que estaban embarcando al herido, quien ya estaba consciente pero perdiendo mucha sangre. Siete minutos después decoló e hizo rumbo a la base Marsh.
Todas las comunicaciones de radio entre el helicóptero y la base Marsh eran escuchadas con mucha atención en la frecuencia respectiva. La neblina era densa y el piloto indicó que no estaba orientado por no tener visibilidad. Cinco minutos después logró avistar una conocida pingüinera de la isla Robert y corrigió rumbo. A las 19:59 horas aterrizó en la base Marsh, en donde lo esperaba un equipo de médicos para su atención emergente, conformado por un médico chileno, otro uruguayo y dos rusos, uno de ellos anestesiólogo; la intervención quirúrgica comenzó.
EL CONTINENTE BLANCO
Teniente Marsh es una base aérea chilena ubicada en la isla Rey Jorge, de las Shetland del Sur, sobre la bahía Fildes, inaugurada el 21 de marzo de 1980. Su principal característica es la de contar con una pista de aterrizaje de 1.300 metros, mantenida en operación durante todo el año, permitiendo el aterrizaje de aparatos de gran tonelaje, tipo C-130. Sus instalaciones y servicios facilitan el hospedaje a cerca de 100 personas a la vez. Es la principal puerta de entrada al continente blanco, la que es utilizada por los países miembros del Tratado Antártico.
En el primer contacto por radio se nos indicó que el accidentado, sargento Aurelio Montúfar, se encontraba consciente y con buena respiración, además de habérsele realizado radiografías y exámenes previos a la intervención.
Sábado 24 de febrero de 1990
EN UN SECTOR ALEJADO DE LA ANTÁRTIDA, EL DISCO DE UNA LIJADORA SE DESPRENDIÓ E IMPACTÓ EN EL OJO IZQUIERDO DEL SARGENTO MONTÚFAR Y PERDÍA MUCHA
SANGRE.